Fundada por mandato de Augusto en el siglo I a.C., la población denominada Colonia Iulia Augusta Emerita se convirtió poco después en la capital de la provincia de Lusitania. En los siglos posteriores continuó aumentando su prestigio, hasta llegar a ser elegida por Diocleciano a finales del siglo III para encabezar la Diocesis Hispaniarum, territorio que comprendía la Península Ibérica y buena parte del norte de África. De la relevancia que alcanzó la ciudad han llegado hasta nuestros días numerosas trazas, entre las que destacan un teatro, un anfiteatro y un circo en excelente estado de conservación. Hay que mencionar también el magnífico templo de Diana, restos del Foro, la conocida como Casa del Mitreo, un puente sobre el río Guadiana y otro sobre su afluente el Albarregas, los columbarios, el mal llamado arco de Trajano y huellas de hasta cuatro acueductos, entre los que sobresalen el acueducto de los Milagros y el acueducto de San Lázaro. Numerosos vestigios encontrados durante diversas excavaciones se guardan en el Museo Nacional de Arte Romano, que ofrece al visitante una extraordinaria colección de arte. Incluyendo además otros elementos hallados en el municipio emeritense y en municipios vecinos, como las termas de Alange, el conjunto arqueológico de Mérida es el segundo de origen romano más importante del mundo, tras el de la capital del Imperio. Junto a los restos paleocristianos y visigodos hallados en la localidad, que pueden verse en lugares como la basílica de Santa Eulalia o el Museo del Arte y la Cultura Visigoda, ubicado en la iglesia de Santa Clara, está declarado Patrimonio Mundial desde 1993.