Uno de los lugares del mundo más atrayentes y, por consiguiente, visitados es la explanada donde se encuentran las tres pirámides de Giza. Se han escrito ríos de tinta sobre el sentido que tienen estos monumentos funerarios, la técnica usada para su construcción y los misterios que los rodean. Este fenómeno no es de ahora, sino que el interés por las pirámides egipcias viene de lejos y la leyenda que las envuelve ha perdurado a pesar del paso de los siglos. Incluso un personaje tan legendario como Napoleón Bonaparte se sintió irremediablemente atraído por estas construcciones. Tanto, que tras fracasar en su intento de conquistar Oriente Medio decidió pasar una noche en solitario en el interior de la Gran Pirámide de Keops, no se sabe muy bien con que intenciones.

Aunque la atracción que estas extrañas edificaciones ejercen sobre mí se despertó ya en mi infancia, pasaron muchos años hasta que tuve ocasión de contemplarlas de cerca. Mi intención era visitar no solo las famosas pirámides situadas en las inmediaciones de El Cairo, sino también algunas otras, no por escasamente conocidas menos interesantes. No en vano, en el territorio del actual Egipto se han localizado más de un centenar de ellas. Descubrimientos como el realizado poco después de nuestro viaje, cuando se dio a conocer la identificación de los restos de la pirámide de Dyefedra, hijo de Keops. Esta edificación era aún más alta e impresionante que la que sirvió de tumba a su padre, pero con el paso de los siglos fue destruida y los bloques de caliza usados para su construcción, reutilizados. Triste suerte para una obra de arte tan magnífica como debió de ser.

Nuestro bautismo de fuego con las pirámides del Antiguo Egipcio fue en Dahshur. En este lugar se localizan tres construcciones conocidas como Pirámide Roja, Pirámide Negra y Pirámide Acodada, junto con otras menores distribuidas en una amplia zona. Tales edificaciones son bastante más antiguas que sus hermanas de Giza y la Pirámide Roja era el edifico más alto que existía en su tiempo, elevándose hasta ciento cuatro metros. La Pirámide Acodada o Romboidal tiene un extraño aspecto, debido probablemente a que fue una especie de prototipo fallido de pirámide de caras planas, algo que sí se consiguió por primera vez con la anterior. Ambas fueron construidas en época de Seneferu, padre de Jufu, que al parecer era el verdadero nombre de Keops. Por su parte, la Pirámide Negra es de una época posterior, concretamente de tiempos de Amenemhat III y presenta una imagen bastante deteriorada por el paso del tiempo.

Un poco al norte se encuentra el complejo de Saqqara, donde destaca la Pirámide Escalonada de Zoser. Se trata de la estructura piramidal más antigua que existe, no solo en Egipto sino en todo el mundo. Tiene unos sesenta metros de altura y una curiosa forma con sus seis enormes escalones. Fue diseñada por Imhotep, el primer arquitecto del que se tienen referencias en la humanidad. En el complejo se encuentran también muchas tumbas de miembros de la nobleza o cercanos a los diversos faraones que fueron enterrados en esta necrópolis. Además, pueden verse diversas mastabas, especie de construcciones con forma de prisma donde se enterraba a los faraones hasta que comenzaron a utilizarse las pirámides para este propósito.

Dejamos para el final el plato fuerte, las famosas tres pirámides de Giza. Este lugar comenzó a ser utilizado como necrópolis durante la segunda dinastía, tras ser abandonado el anterior. Sin embargo, fue ya en la cuarta dinastía cuando tres faraones, que eran respectivamente abuelo, padre e hijo, lograron su propósito de pasar a la posteridad. Si los espíritus de Keops, Kefrén y Micerino por allí siguen, seguro que podrían desvelarnos cuál es el secreto mejor guardado de sus monumentos funerarios: cómo conseguir que después de tantos siglos sea tan numerosa la gente que aún llega hasta ellos con la intención de aclarar sus secretos.