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China

Hoh Xil (por Jorge Sánchez)

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Viajando en tren entre Xining y Golmud (en la provincia de Qinghai) atravesé de carambola dos de las partes integrantes de este Patrimonio Mundial en el año 2016: las áreas protegidas de la Reserva Natural Nacional de Hoh Xil y la subzona del río Soja-Qumar de la Reserva Natural Nacional de Sanjiangyuan. Por el camino vi montañas, lagos (como el lago Qinghai, que está en la lista indicativa de UNESCO), algunos antílopes tibetanos de lejos, más caballos y corderos. Mi idea era llegar en tren a Lhasa, desde Xining (la capital de la provincia de Qinghai), dentro ya de la altiplanicie tibetana. Ya había estado en Lhasa en el año 2004, pero en avión desde Chengdu, pues en esos tiempos no habían aún construido el tren al Tíbet. Sin embargo, en 2016 se precisaba un permiso y para obtenerlo se tenía que comprar un tour a una agencia de viajes. Pregunté, y el más barato no bajaba de unos 500 dólares americanos por apenas 3 días de estancia, gastos de hotel y de tren aparte. Como me pareció una cantidad abusiva me propuse llegar hasta la misma frontera con el Tíbet, allá hasta donde me fuera permitido, hasta Golmud.

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Golmud (o Ge’ermu en chino) no me sedujo. En la estación de tren vi un letrero donde se me indicaba que me encontraba a 2.829 metros de altitud. De hecho, la meseta Qinghai-Tíbet es la meseta más extensa y más alta del mundo, y Golmud es la ciudad más poblada de esa meseta, tras Xining y Lhasa. No llegué a dormir en Golmud, pensé que con un día largo recorriendo esa ciudad tendría bastante, pues más allá no podía viajar. Había un letrero en la estación del tren donde se informaba en chino y en inglés de que sin el permiso tibetano no se podría comprar un billete a Lhasa. En consecuencia regresé a Xining, donde invertí un día completo aprovechando para visitar el fabuloso monasterio tibetano de Ta’er, o Kumbum, donde vivió unos años la viajera francesa Alexandra David-Néel aprendiendo el tibetano, antes de emprender su osada aventura de alcanzar la prohibida Lhasa a pie.

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El haber arribado al corazón de la altiplanicie tibetana más la visita de un día al monasterio de Kumbum, fueron las dos cosas más interesantes de mi incursión en la provincia de Qinghai, más que haber atravesado fragmentos de un patrimonio mundial tan impreciso y vasto (más de 83.000 kilómetros cuadrados, como Andalucía) como Hoh Xil, que es difícil de visitar con propiedad en su totalidad.

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