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Chile

Juan Fernández (por Jorge Sánchez)

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No es fácil viajar a las llamadas Islas de Robinson Crusoe, a 670 kilómetros de distancia de Chile continental. No encontré servicio marítimo dese Valparaíso y hube de volar en una avioneta de miniatura desde un aeropuerto de segunda clase en las afueras de Santiago de Chile. La avioneta nos dejó sobre una meseta. De allí descendimos durante 40 minutos al puerto y una lancha nos depositó, tras una hora de navegación, en la aldea de San Juan Bautista, la capital del archipiélago. Durante la travesía vimos numerosas focas, que al principio nos seguían. Me alojé en unos bungalows con un color diferente cada uno a orillas de la playa, donde su dueña, la buena señora María Eugenia, me alimentó con lasañas de langosta durante toda mi estancia en una cabaña llamada Anna Pink.

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Uno nunca sabe los días que permanecerá allí, pues depende del capricho del tiempo. A veces el avión no regresa a recogerte en tres semanas. Yo esperé el avión de vuelta tres días. La mejor actividad a realizar en esas islas, aparte de bucear, es ascender a los picos, desde donde se obtienen unas vistas que te cortan la respiración. Mi lugar favorito era el escondrijo del pirata escocés Alejandro Selkirk, allá en lo alto de la isla, en un lugar estratégico dominando ambas orillas de la isla, observando el paso de navíos. Si era español se escondía, pero si era una nave de piratas ingleses luciendo una bandera con una calavera y dos tibias, hacía señales para que le rescataran, como así sucedió, según afirma una placa colocada en ese sitio. San Juan Bautista era un pueblo de apenas 500 habitantes. En la entrada de la Biblioteca se erguía un moai original, traído especialmente de la Isla de Pascua.

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La naturaleza era otro de los atractivos de esas islas. Uno se llegaba a olvidar de la vida en una ciudad; el tiempo pasaba sin darte cuenta de lo bien que uno se sentía. El paraíso debió ser algo parecido a vivir en las Islas de Juan Fernández. El cuarto día oímos los rugidos del motor de una avioneta y nos llevaron en lancha al aeropuerto para volar de regreso a Santiago de Chile. Yo no estaba contento, hubiera deseado que el avión regresara una semana más tarde.

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