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Qué ver en Isfahán

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Poblada desde muy antiguo, probablemente desde el Paleolítico, la zona donde se encuentra la actual Isfahán comenzó a alcanzar relevancia durante el periodo elamita, entre el tercer y el segundo milenios anteriores a nuestra era. En tiempos medas la población fue conocida como Aspandana y se desarrolló considerablemente debido al fértil sustrato de la región. Ya en el siglo VI a.C., durante el reinado de Ciro el Grande, la ciudad era conocida por su tolerancia religiosa, aunque la mayor parte de sus habitantes eran fieles zoroastristas. Luego llegaron los partos, los griegos y, ya en nuestra era, los sasánidas, que retomaron las costumbres y creencias de sus predecesores aqueménidas.

La conquista de Isfahán por parte de los árabes tuvo lugar a mediados del siglo VII, pero no tuvo mayor impacto en la población salvo por las nuevas reglas impuestas. La boyante economía siguió su curso e incluso se incrementó, dando lugar a diversos rediseños de la ciudad. La explosión definitiva llegó durante la era safávida, que dio comienzo justo a principios del siglo XVI. Fueron entonces diseñados hermosos jardines y construidas la mayoría de las majestuosas edificaciones que han llegado hasta nuestros días, con lo que la trascendencia de la población creció hasta límites insospechados. Su fama llegó incluso a Europa y atrajo hasta allí a incansables viajeros como el francés Jean Chardin.

Tanta prosperidad tenía que acabar algún día y éste llegó con el fin de la era safávida. Tras ella, la capital del Imperio Persa cambió, primero a Mashhad y luego a Shiraz, e Isfahán entró en un periodo de declive. Ya en el siglo XX, la industria vino a salvarla y hoy día es una importante población con más de dos millones de habitantes y un constante desarrollo en el ámbito de la industria textil, petrolera, del acero y alimentaria. A pesar de ello, algunas tradiciones como el arte de la miniatura y el arte de la iluminación se han mantenido en una ciudad cuyo centro histórico almacena un vasto patrimonio. Que, en una pequeña parte, intentamos mostraros aquí.

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Plaza Naqsh-e Jahan: Centro neurálgico de Isfahán, y me atrevería a decir que de todo Irán, la plaza Naqsh-e Jahan es una de las más grandes, históricas y monumentales del mundo. Construida a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, está rodeada por los mejores ejemplos de arquitectura safávida que pueden verse. Entre ellos, destacan éstos que os presentamos a continuación.

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Mezquita del Sheikh Luftallah: Frecuentemente eclipsada por su grandiosa vecina, la mezquita del Sheikh Luftallah fue la primera edificación en ser construida en la plaza. Su propósito era el de servir como mezquita privada para el shah y su familia, por lo que se intentó que pasara lo más desapercibida posible. El diseño de su azulejería es incomparable, muy superior a todo lo visto hasta entonces y también a lo que vino después.

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Mezquita del Shah: Para muchos, la joya de la corona del arte safávida. Rematada por la cúpula más grande de la ciudad, todo en ella es un vivo ejemplo de magnificencia. Abbas I pretendió hacer de ella una mezquita para el pueblo, que sustituyera a la ya veterana mezquita del Viernes en los rezos efectuados el día sagrado para los musulmanes, a la vez que una majestuosa obra de arte. No hay duda de que consiguió ambos propósitos.

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Ali Qapu: Tras solventar el tema religioso con las dos construcciones anteriormente mencionadas, Abbas I prestó atención a cuestiones más terrenales. El palacio Ali Qapu está situado en el lado opuesto a la mezquita del Sheikh Luftallah y se comunicaba con ésta mediante un pasadizo que discurría por debajo de la plaza. Dispone de seis plantas, mide casi cincuenta metros de altura y está precedido por un imponente frontón soportado por columnas de madera.

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Bazar Qeysarie: Conocido también como Bazar Imperial, la entrada en forma de iwan al bazar Qeysarie está situada en el lado norte de la plaza Naqsh-e Jahan. Sin embargo, es bastante anterior a ésta, pues fue inicialmente construido en el siglo XI, hecho que lo convierte en el zoco más antiguo de Oriente Medio. También es uno de los más grandes y está considerado el mercado bajo techo más largo del mundo.

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Mezquita del Viernes: El extremo opuesto del bazar Qeysarie termina junto a la mezquita del Viernes, la más antigua de Isfahán y una de las primeras que se edificaron en Irán. Fue construida en el periodo omeya, posiblemente durante la segunda mitad del siglo VIII, sobre lo que había sido un templo zoroastrista. Contiene dos salas cuyas cúpulas están recubiertas por ladrillos y está considerada un compendio de la arquitectura persa.

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Atashgah: Aunque existen algunas dudas al respecto, es posible que el zoroastrismo fuera la religión practicada por los monarcas aqueménidas. Seguramente lo era también por los sasánidas y en esa época fue construido este Atashgah, o templo del fuego, situado sobre una colina que se eleva unos doscientos metros sobre Isfahán. Algunos autores incluso retrasan su datación hasta tiempos elamitas, aproximadamente un milenio antes de la que era tradicionalmente aceptada.

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Chehel Sotoun: Mucho más moderno que el templo antes mencionado, el palacio conocido como Chehel Sotoun, o cuarenta columnas, fue obra del shah Abbas II en la segunda mitad del siglo XVII. Destacan en él tanto su jardín como esas columnas que le dan nombre, aunque su número sea la mitad de las que presume su denominación. También lo hace su exuberante decoración, en la que sobresalen frescos que no dudan en representar imágenes humanas, a pesar de la estricta prohibición islámica en este aspecto.

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Puente Khaju: Fue también Abbas II quien construyó el extraordinario Khaju, una auténtica obra de arte hecha puente. Es una obra de mediados del siglo XVII, tiene doble arquería y fue concebido tanto como para el paso de peatones como para represa del río Zayandeh. Su longitud supera los ciento veinticinco metros y en su zona intermedia incluye un mirador donde el shah se sentaba a contemplar la vista del entorno.

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Puente Shahrestan: Entre la treintena aproximada de puentes que existen en Isfahán, el más antiguo es el conocido como Shahrestan. Existen trazas de su construcción ya en la era sasánida, aunque fue rehabilitado en los siglos X y XI. Tiene una longitud aproximada de cien metros y un imaginativo diseño basado en una doble arquería, con arcos de pequeño tamaño insertados entre los principales para aliviar la presión soportada por la estructura durante las crecidas del río Zayandeh.

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Surtidor del río Zayandeh: En el Zayandeh no existen tan solo puentes, sino incluso una fuente en forma de surtidor. No resulta tan conocido como el famoso Jet d’Eau de Ginebra, pero eleva el agua del río hasta una altura parecida a los casi ciento cincuenta metros de éste y su imagen es muy apreciada por los ciudadanos de Isfahán. Una prueba más del culto al agua que existe en la cultura persa.

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Barrio armenio: Y terminamos este paseo por la inolvidable ciudad de Isfahán en Jolfa, que es como se llama el barrio armenio local. Establecido a comienzos del siglo XVII, se trata de uno de los asentamientos armenios más antiguos que existen en el mundo. Cuenta con más de diez mil habitantes que profesan esta religión cristiana y le rinden culto en dieciséis iglesias, incluyendo la magnífica catedral del Salvador. La convivencia con la mayoría musulmana se lleva a cabo sin problemas y esperemos que siga siendo así por mucho tiempo.

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