Constituida por tres cuerpos desarrollados en torno a un eje central, la torre del Oro es uno de los monumentos más populares de Sevilla. Está datada en la primera mitad del siglo XIII y sirvió como torre albarrana para defender el puerto de la ciudad sevillana en época almohade. El segundo cuerpo, dodecagonal como el primero pero de diámetro muy inferior, le fue añadido en el siglo XIV por mandato del rey castellano Pedro I. Por su parte, el tercero, de forma cilíndrica, fue incorporado ya en la segunda mitad del siglo XVIII. A pesar de su denominación, nunca estuvo cubierta de azulejos de color dorado ni albergó un tesoro. Más bien era conocida como tal debido al brillo que presentaba al reflejarse el sol sobre los materiales con los que fue construida. Entre sus diversas funcionalidades deben mencionarse la de capilla, la de prisión y la de museo, papel que todavía desempeña en la actualidad.