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Austria

Un canto a la naturaleza

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Friedrich Stowasser es el nombre que le fue asignado a un artista austriaco nacido en Viena a finales de la segunda década del siglo pasado. Famoso tanto por su carisma como por su heterodoxia, Stowasser cambio su apellido por el de Hundertwasser, que en el fondo significa lo mismo pues tanto sto en checo como hundert en alemán se traducen al español como cien. Más adelante reemplazó su nombre por el de Friedensreich, que puede traducirse como reino de la paz o lleno de paz. De esta manera el controvertido artista pasó a ser conocido y a firmar sus obras como Friedensreich Hundertwasser, es decir lleno-de-paz cien-aguas en castellano.

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Aunque famosa por sus edificios de corte clásico, Viena también ha producido importantes artistas representativos de movimientos considerados contemporáneos. El más conocido es el pintor simbolista Gustav Klimt, cuyas obras más características pueden admirarse en el Palacio Belvedere de la capital austriaca. Vienés era asimismo el fantástico pintor expresionista Egon Schiele, prematuramente desaparecido en 1918, curiosamente el mismo año en el que moría Klimt. La mayor parte de la obra de Schiele se conserva en el Museo Leopold de la ciudad vienesa. Tanto Klimt, como fundamentalmente Schiele, tuvieron una gran influencia en la obra de Hundertwasser que, a diferencia de sus predecesores, no se ciñó exclusivamente al arte de la pintura sino que investigó en otros campos como la escultura o la arquitectura.

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Llegué por primera vez a Viena en 1994, con la estereotipada idea de lugar clásico que sobre esta ciudad se cierne. Por una afortunada casualidad descubrí una edificación de líneas extrañas, casi imposibles, y pintada de vivos colores. No pude evitar recordar la obra de Gaudí mientras admiraba esas arriesgadas formas, esos trazos carentes por completo de rectilinealidad. Tenía ante mí la llamada Casa Hundertwasser, un edificio de apartamentos diseñado por el artista del mismo nombre la década anterior. Se dice que Hundertwasser no cobró nada por su trabajo, pues se sentía recompensado con el hecho de que su creación evitaba que algo feo ocupara ese mismo espacio. Quizás el concepto de belleza del autor no sea compartido por mucha gente, o puede que sí lo sea pues su obra maestra se ha convertido ya en uno de los monumentos más visitados de Viena.

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Tardé tiempo en retornar a la capital austriaca pero cuando lo hice, en la primavera de 2002, mi mente estaba ya libre de estereotipos y tenía claro que volver a ver la Casa Hundertwasser era uno de mis mayores objetivos. Y como si de una premonición se tratase, como si estuviera predestinado para ello, de camino hacia allí me topé con un edificio que despertó en mi mente viejos recuerdos. Nada más verlo supe quién era su autor, pero lo sorprendente de esta segunda obra suya que tenía ante mí era su función. Se trata de una antigua planta incineradora de basuras, que el artista rediseñó dejándola convertida en una auténtica obra de arte. Hundertwasser solo aceptó el trabajo cuando le prometieron que la tecnología de la planta sería modernizada lo suficiente para reducir al mínimo sus emisiones, lo que da idea de su absoluta conciencia ecológica.

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La Casa Hundertwasser es un auténtico canto a la naturaleza. Alberga unos doscientos cincuenta árboles, que crecen no solo en sus patios sino también en sus balcones y en el tejado del edificio, totalmente cubierto de hierba. Los vivos colores de su fachada se confunden con los de las flores que surgen por todas partes, contrastando poderosamente con el habitual gris del cielo vienés. Los materiales empleados para su construcción fueron lo más ecológicos posibles, con su estructura compuesta solo por ladrillo y evitando siempre el contaminante hormigón. Y, como no podía ser de otra manera, ese agua a la que refiere su denominación también está presente en este edificio único, en forma de pequeñas y pintorescas fuentes. Arte y naturaleza combinados para dar una pincelada de color al clásico y un tanto anodino panorama vienés.

2 COMENTARIOS

    • Así es, Roberto. Hay numerosos árboles y plantas en las terrazas (un total de 18 en el edificio), los balcones y hasta los hay que crecen en el interior y salen hacia afuera por las ventanas.

      Muchas gracias por tu aportación.

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