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Rumanía

Voroneţ (por Jorge Sánchez)

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En Bacău abordé un autobús hacia un monasterio cuya descripción había leído en un blog de un viajero español nacido en Extremadura: Voroneţ, que era una de estas siete iglesias Patrimonio de la Humanidad de UNESCO. Se hallaba en el norte, a 5 kilómetros de la población de Gura Humorului, distancia ésta que recorrí parte a pie, hasta que hice autostop y un coche me llevó al monasterio. A la entrada distinguí en el muro el signo característico de la organización UNESCO. Piqué y me abrieron la puerta unas monjas vestidas de negro. En su interior vivían quince de ellas, que estaban a cargo de un pope. Pagué el importe del billete y entré al recinto.

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Voroneţ consiste en un monasterio pequeño, tipo fortaleza. La arquitectura se asemejaba a la de Precista de Bacău (que había visitado el día anterior), pero el monasterio de Voroneţ era infinitamente más hermoso, sobre todo por los frescos, tanto exteriores como interiores. La iglesia central estaba dedicada a San Jorge.

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Entre los frescos destacaban los del Juicio Final, la Resurrección de los Muertos, las calderas de Gehena, escenas del Génesis, etc. Aquello era de una perfección sublime, por ello ha recibido el justo calificativo de la Capilla Sixtina de Oriente. El color azul oscuro de los frescos resaltaba especialmente, y tan intenso era que a ese tono se le conoce por «azul Voroneţ». Todavía visité otros monasterios vecinos, bien fuera en autobús, en autostop o caminando. Una monja me había contado sobre un rey rumano llamado Ștefan cel Mare, o Esteban el Grande, también conocido por el apelativo de El Santo (a su muerte fue canonizado por la Iglesia Ortodoxa Rumana), que había ordenado construir casi todos los monasterio de Bucovina, entre ellos el de Voroneţ. Debido a su iniciativa, hoy Bucovina es un «archipiélago» de monasterios.

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Ștefan cel Mare fue un príncipe de Moldavia del siglo XV que mantuvo a raya a los turcos otomanos, venciéndoles en casi todas las batallas en las que se enfrentó a ellos. En cada territorio nuevo que conquistaba erigía iglesias o monasterios, cuarenta y siete en total, pero, para proteger el monasterio rumano de Koutloumoussiou, en el Monte Athos, pagaba tributo a los turcos. Era un monarca honesto, exento de soberbia, valiente pero clemente con los derrotados, equilibrado en el habla y amante de lo bello.

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