MunDandy

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Bahréin

Calma chicha en el Golfo

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Debe ser realmente complicado encontrar una ciudad más sosegada que Manama. La capital de Bahréin es una población de tamaño medio situada al norte de la isla del mismo nombre, la mayor de las cerca de cincuenta que componen el estado más pequeño del Golfo Pérsico. A pesar del rápido crecimiento experimentado, consecuencia del auge vivido en toda esta zona tras el descubrimiento en ella de ingentes cantidades de petróleo a mediados del siglo XX, Manama es todavía una localidad tranquila y agradable donde da gusto pasear por la Corniche, especie de paseo marítimo desde donde se disfrutan buenas vistas de los modernos rascacielos surgidos últimamente en la localidad.

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Porque, al igual que ocurre en las capitales de los emiratos vecinos, también Manama presume de skyline. Aunque su desarrollo ha sido algo menos vertiginoso que el de Dubai o Doha, diversas construcciones de arquitectura futurista han ido surgiendo en los últimos tiempos en la ciudad. Buena parte de ellas se elevan al borde del mar mostrando una imagen ya característica, que puede observarse no solo desde casi toda Manama sino también desde muchos puntos de la isla de Bahréin, considerablemente plana en prácticamente toda su superficie. Uno de los edificios de más altura y arriesgado diseño es el Bahrain WTC, dos torres gemelas todavía en construcción durante nuestra estancia en el país en diciembre de 2006 y que, una vez finalizadas, se levantan doscientos cuarenta metros sobre las aguas del Golfo.

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A pesar de sus notables dimensiones, el Bahrain WTC se quedará considerablemente pequeño si prospera la construcción de la llamada Murjan Tower, que superaría los mil metros de altura. Aunque se trata tan solo de un proyecto por el momento, tiene visos de llevarse a efecto pues la crisis parece no afectar demasiado a Bahréin, dotado de una estructura económica más sólida y menos dependiente del petróleo que sus emiratos vecinos. Tampoco falta experiencia en este estado isleño respecto a obras faraónicas, como lo prueba el llamado puente del rey Fahd, impresionante autopista de cuatro carriles que conecta el país con Arabia Saudí sobre el mar y que pudimos recorrer hasta la frontera con el reino saudí.

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Los atractivos de Manama no se limitan tan solo a sus construcciones de diseño, aunque los puntos de interés esenciales para el visitante en Bahréin se encuentran fuera de su contorno. Pero incluso así, la ciudad presume de varios museos y de algún que otro edificio histórico, conservados en la zona más antigua de la villa. Destaca sobre todos ellos la mezquita al-Fateh, que puede llegar a albergar hasta siete mil creyentes al mismo tiempo, lo que da una idea de sus enormes dimensiones. La hospitalidad de los fieles es manifiesta y hasta los imames están siempre dispuestos a mantener una conversación con los visitantes, defendiendo sus puntos de vista pero con un enorme respeto hacia todo el que allí se acerca.

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Y es que el mayor tesoro de Manama es su gente. Grandes amantes de las carreras de caballos y de la cetrería, a la que son muy aficionados los miembros de la Familia Real, sus habitantes siempre tienen presta una sonrisa para ofrecer al viandante. Mucho menos conservadores que sus vecinos los saudíes, que abundan los fines de semana en la ciudad a la búsqueda de alcohol y algo más de libertad que la permitida en su tierra, los bahreiníes muestran sus buenos modales al visitante, que suele contagiarse con rapidez de la agradable sensación de calma que impregna el ambiente. Paseando por las calles de Manama resulta difícil de creer que no lejos de allí surgiera una organización islamista tan radical como ésa que en Occidente nos ha tocado tan de cerca, para nuestra desgracia y la de la inmensa mayoría de los musulmanes.

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