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10 anfiteatros que verdaderamente idolatro

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A pesar de derivar del término griego amphitheatron, que significa algo así como lugar para ver alrededor, el anfiteatro es una construcción exclusivamente romana. Al parecer, a alguno de los grandes ingenieros de la época se le ocurrió convertir el recinto semicircular de los teatros de entonces en un círculo completo, duplicando por consiguiente el número de espectadores y otorgándoles a éstos una visión periférica. El éxito de tan genial iniciativa fue absoluto y los anfiteatros proliferaron como setas, llegando a alcanzar un número desconocido pero que debió superar el medio millar a tenor de los restos de al menos doscientos treinta que han llegado hasta nuestros días.

Los expertos consideran que los anfiteatros surgieron en la región italiana de Campania, cerca de la actual ciudad de Nápoles. Resulta plausible que uno de los primeros estuviera situado en la civitas de Capua y fuera construido en el siglo II a.C., aunque no ha llegado hasta nuestros días. Sí lo ha hecho el anfiteatro de Pompeya, el más antiguo del que se tienen noticias. El más grande de todos ellos fue el magnífico Coliseo de Roma, con casi doscientos metros de largo por más de ciento cincuenta de ancho y que podía albergar al menos a cincuenta mil espectadores. Como se deduce de sus dimensiones, su forma era elíptica, como ocurría con la mayoría de estas extraordinarias construcciones.

En el primer reto de 2019 con el gran viajero Jordi Martínez Baylach destacaremos una decena de nuestros anfiteatros favoritos. Particularmente, he tenido ocasión de ver aproximadamente una veintena de estas construcciones, lo cual no deja de ser menos de un diez por ciento de las existentes, y mis favoritas las tenéis aquí.

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Anfiteatro de Augusta Emerita (Mérida, España): Construido probablemente a comienzos del siglo I, el anfiteatro de Augusta Emerita fue planificado a la par que su famoso vecino teatro. Al igual que éste, está situado en la ladera de un cerro y tenía una capacidad aproximada de quince mil espectadores. Su forma es elíptica, con un eje mayor de aproximadamente ciento veinticinco metros y uno menor de poco más de cien metros. Según algunas inscripciones, algunas de sus estancias estaban dedicadas al culto a Némesis, diosa griega de la venganza.

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Anfiteatro de Nemausus (Nîmes, Francia): De dimensiones similares al anterior, las popularmente conocidas como Arenas de Nîmes fueron edificadas asimismo durante el reinado de Octavio Augusto. Esta magna construcción sufrió numerosas vicisitudes con el paso del tiempo, pero ha llegado hasta nuestros días en plenitud. Tanta, que aún se siguen celebrando corridas de toros y espectáculos musicales en ella.

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Anfiteatro de Itálica (Municipio de Santiponce, España): A pesar de lo que muchos creen, el anfiteatro de Augusta Emerita no fue el más grande de los edificados en Hispania. Tal honor corresponde al cercano anfiteatro de Itálica, en las inmediaciones de la población sevillana de Santiponce. Con unas dimensiones de 160×135 metros y una capacidad de unos veinticinco mil espectadores, fue construido durante el reinado del emperador Adriano, a comienzos del siglo II.

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Anfiteatro de Verona Augusta (Verona, Italia): Con unas dimensiones más reducidas, aunque con mayor capacidad pues alcanza los treinta mil espectadores, el anfiteatro de Verona fue posiblemente construido durante el reinado de Tiberio. Sus augurios fueron mejores que los de otras edificaciones similares y ya en la Edad Media fue respetado al ser considerado una obra divina. Famoso por su acústica, en la actualidad se celebran numerosos conciertos en su interior.

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Anfiteatro de Tarraco (Tarragona, España): Volviendo a Hispania, el anfiteatro de Tarraco contaba con un aforo para unas quince mil personas. Fue edificado junto al mar para facilitar el acceso tanto del público como de los animales protagonistas en los espectáculos, que eran frecuentemente transportados a bordo de embarcaciones. En el siglo XII se erigió una basílica visigoda en su interior, de la que aún existen restos.

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Anfiteatro de Thysdrus (El Djem, Túnez): Uno de los anfiteatros que en mejor estado han llegado hasta nuestros días es el de la antigua ciudad de Thysdrus, en la actualidad la localidad tunecina de El Djem. Fue construido a mediados del siglo III, cuando era emperador Maximino el Tracio, y tenía capacidad para unos treinta y cinco mil espectadores. De su importancia da idea el hecho de ser el único anfiteatro que está declarado Patrimonio Mundial por sí mismo.

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Anfiteatro de Segóbriga (Municipio de Saelices, España): No cabe duda de que a Augusto le apasionaban los anfiteatros o bien sabía perfectamente como entretener a su pueblo. Un ejemplo más de los construidos en su época es el de la antigua población de Segóbriga, que estaba situada en la actual provincia española de Cuenca. Algo más pequeño que el resto de los aquí mencionados, tenía capacidad para unos seis mil espectadores y destaca también por su buen estado de conservación.

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Crédito: Benjamín Núñez González

Anfiteatro de Pompeya (Región de Campania, Italia): Aunque el primer anfiteatro del que se tienen noticias fue el primigenio de los existentes en Capua, el más antiguo de los que han llegado hasta nuestros días es posiblemente el de Pompeya. Los expertos aseguran que fue construido alrededor del año 70 a.C. y enterrado bajo cenizas aproximadamente un siglo después. Por consiguiente, su uso no se prolongó demasiado, pero le queda el honor de ser casi un siglo anterior al Coliseo.

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Anfiteatro de Arelate (Arles, Francia): Al igual que su vecino de Nîmes, el anfiteatro de Arles se conserva en perfectas condiciones y todavía es utilizado para diversos espectáculos que incluyen las corridas de toros. Su capacidad era aproximadamente de catorce mil espectadores y fue construido poco después que el Coliseo. Estuvo en uso nada menos que hasta finales del siglo VI, siendo uno de los más longevos de los que se tiene constancia.

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Coliseo (Roma, Italia): Pero, a pesar de que los anfiteatros anteriores mantienen un relativo buen estado de conservación, no resultan tan impresionantes como el afamado Coliseo. Su denominación no hace referencia a sus colosales dimensiones, sino a una estatua de igual nombre existente en sus inmediaciones. Con más de cincuenta mil espectadores de aforo y casi doscientos metros de largo, el Anfiteatro Flavio, que tal era su verdadero nombre, es posiblemente la obra más grandiosa de la arquitectura romana y el símbolo principal de su civilización.

Podéis ver los diez anfiteatros elegidos por Jordi aquí.

2 COMENTARIOS

  1. Esta vez hemos coincidido con 8 anfiteatros. Era de esperar de que coincidiéramos en varios. Por desgracia no conozco El Djem. Cuando visitamos Túnez por una semana se me escaparon varias cosas, como las gorfas del sur, la isla de Djerba y este fenomenal anfiteatro. Deberé regresar. Tampoco conozco el de Segóbriga, aunque este me cae un pelín más cerca.
    Por lo que veo, ni tu ni yo hemos visitado el de Pula, uno de los mejor conservados, al menos desde fuera. Magnífico reto y a por otro.

    • Imaginaba que coincidiríamos en bastantes, porque no hay tantos anfiteatros en el mundo que sean visitables y mantengan unas condiciones aceptables. Espero que algún día veas el de El Djem, porque está muy bien conservado, o al menos lo estaba cuando yo lo visité, e impresiona bastante. El de Segóbriga no impresiona tanto, pues es bastante más pequeño, pero merece la pena, como todo el sitio arqueológico. En cuanto al de Pula, es una asignatura pendiente, como casi toda Istria.

      Un placer haber compartido de nuevo un reto contigo. Vamos a por el siguiente.

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