MunDandy

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Camboya

Filigrana en piedra

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Banteay Srei, denominación que en el idioma local significa ciudadela de la belleza, es uno de los muchos templos que conforman el complejo de Angkor, localizado al noroeste de Camboya. Debido a sus reducidas dimensiones, y al hecho de que está algo alejado de las principales construcciones del complejo, probablemente pasaría desapercibido para la mayoría de los visitantes si no fuera por la excelsa calidad de sus relieves, que lo convierten en una pieza única dentro de la siempre exquisita arquitectura khmer. Aunque inicialmente no esperaba demasiado de este pequeño templo, los encendidos elogios de algunos expertos me convencieron de que no debía dejar de visitarlo bajo ningún concepto, así que hacia allí nos dirigimos un caluroso día de septiembre de 2009.

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Levantado en el siglo X y, por lo tanto, uno de los templos más antiguos en Angkor, Banteay Srei se distingue por la característica tonalidad anaranjada de la roca arenisca empleada para su construcción, procedente de la cercana montaña Koulen. A diferencia de la mayoría de los santuarios principales de su entorno, su edificación no fue encargada por ningún monarca khmer sino por un cortesano llamado Yajnavaraha, que probablemente ejercía el oficio de médico para el rey Rajendravarman II. Parece ser que este lugar sagrado estaba situado dentro de una ciudad llamada Isvarapura, población de la que no existen evidencias en nuestros días. Desde su interior se accedía a la villa por una gopura que aún se conserva y actualmente todo el recinto está perfectamente integrado en un atractivo entorno selvático.

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El templo estaba fundamentalmente dedicado a la divinidad hindú Shiva, aunque parece que una parte fue creada en honor de Vishnu, otra de las deidades mayores en esta creencia. Estaba rodeado por un foso y su estructura sigue el modelo de los templos khmer, con un santuario central donde se guardaba la imagen de la divinidad principal, rodeado a su vez de varios recintos concéntricos. No está del todo claro como el hinduismo llegó hasta estas relativamente lejanas tierras, aunque parece ser que fue traído por mercaderes venidos de la India, que hasta aquí llegaban en viajes de negocios. Se cree que los monarcas khmer los consideraban exitosos comerciantes, y llegaron a la conclusión de que si adoptaban sus creencias el éxito llegaría a su pueblo también. Así pues, tanto Shiva como Brahma y Vishnu fueron poco a poco desplazando a sus tradicionales divinidades.

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Los grabados que pueden verse en Banteay Srei son tan perfectos que parecen obra de un orfebre más que de un escultor. Escenas extraídas de los principales libros épicos hindúes, como el Ramayana o el Mahabharata, pueden contemplarse en sus paredes, en los dinteles situados sobre las gopuras o en sus tímpanos. Esbeltas devatas, o deidades menores de aspecto femenino. Feroces dvarapalas, figura que representa a un guardián del templo, de aspecto siempre fiero. Poderosos kalas, especie de monstruos que simbolizan el paso del tiempo. Hermosas bailarinas o apsaras, como la exquisita Tilottama, creada por el mismísimo Brahma a partir de las más finas semillas y por cuyos favores lucharon con denuedo los príncipes asuras Sunda y Upasunda, hasta llegar a causarse mutuamente la muerte.

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También está representado Indra, rey de los dioses, montado sobre Airavata, su elefante blanco de varias cabezas. No faltan grabados dedicados a Vishnu ni, por supuesto, a Shiva, mostrado frecuentemente sobre la cima del monte Kailāśā en estado de perpetua meditación junto a su amante Uma. Los motivos que muestran los intrincados relieves que decoran Banteay Srei son pues de muy variado origen, pero todos comparten un denominador común que es la exquisita delicadeza con la que fueron tallados. Quizás por ello se comenta que, a diferencia de otros templos en Angkor, los grabados de la ciudadela de la belleza fueron obra de unas suaves manos de mujer.

2 COMENTARIOS

  1. Precioso templo. Probablemente el mejor esculpido de todos los de Angkor y muy bien conservado, pese a que la piedra con la que se labró es la más moldeable del lugar, pero también la más frágil.

    • Seguramente es mi favorito entre los de Angkor, aunque por razones sentimentales también lo es Angkor Wat, un lugar que soñaba con visitar desde muy niño. En cuanto a la escultura, no hay comparación con la del resto en mi opinión, aunque la del Bayon sea mucho más conocida.

      Muchas gracias por tu aportación.

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