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Tonga

Maui y su ardua tarea

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La mitología polinesia es tan rica que prácticamente cualquier suceso que ocurre en estas lejanas islas del Pacífico cuenta con una interesante leyenda a su alrededor. Así sucede con una pesada construcción rocosa que se levanta desde hace siglos al este de la isla de Tongatapu, la más grande de las que forman el estado de Tonga. La componen tres piedras descomunales, cada una de ellas de varias toneladas de peso, dispuestas a la manera de puerta de entrada, formando así lo que en megalitismo se denomina trilito. Y aunque la teoría más probable es que el propósito de esta extraña construcción fuera el de servir como acceso al palacio del rey Tu’i Tu’itatui, que gobernó este reino antiquísimo en el siglo XIII, no conviene descartar otras posibilidades.

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Hace muchos, muchos años a un dios llamado Maui le fue encomendada la tarea de pescar las islas polinesias y llevarlas a la superficie desde el fondo del océano. Tenía Maui además la responsabilidad de cargar con el Planeta Tierra, así como con el cielo y las estrellas, sobre sus hombros. Tan pesada carga le provocaba sopor con frecuencia, lo que causaba terremotos que los humanos solo podían evitar golpeando el suelo con el fin de despertarle. Cuando, por fin, Maui consiguió traer a la superficie todas las islas del Pacífico, decidió levantar una estructura en recuerdo del duro trabajo realizado. Con ese fin llevó unas enormes rocas desde la isla de Wallis hasta la de Tongatapu, donde levantó el trilito desde entonces conocido como Ha’amonga ‘a Maui, es decir la carga de Maui.

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Bastante tiempo después, concretamente a finales del siglo XVIII, el famoso explorador James Cook arribó a Tongatapu en una de sus expediciones. Aunque no fue el primer europeo en hacerlo, pues ese honor le corresponde por méritos propios al holandés Abel Tasman, parece que el capitán Cook consiguió entrar en contacto con la población aborigen de la isla. Y debió ser gratificante su experiencia pues, en referencia a la buena impresión que le causaron sus nativos, llamó a este archipiélago las islas de la Amistad. En su memoria existe una placa en el lugar de su llegada a la isla, donde según parece lo primero que hizo fue echarse una siesta a la sombra de un ficus que allí crecía.

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No lejos de este lugar un curioso espectáculo consigue atraer la atención del visitante. Se trata del llamado Mapu’a ‘a Vaea, fenómeno marino que en algunas zonas costeras de España es conocido como bufones y que consiste en que el agua del mar sale disparada a presión por un agujero excavado en la roca coralina, elevándose varios metros sobre la superficie. En la costa sur de Tongatapu los bufones se cuentan por centenares y expelen el agua con tal fuerza que ésta llega a veces a superar los treinta metros de altura, como si de un géiser oceánico se tratara. Se acompaña el fenómeno de una especie de zumbido que se oye a muchos metros de distancia, haciéndolo aún más llamativo si cabe.

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Aunque el trilito de Tongatapu tiene un origen mucho más reciente que el de sus más célebres homónimos de Stonehenge, algunos indicios llevan a pensar que su finalidad fue también astronómica. Así lo indicarían unas marcas existentes en la piedra que ejerce de dintel señalando el solsticio, mientras que la altura de la estructura completa es suficiente para dejar apreciar el horizonte del mar durante el amanecer. Podría por tanto pensarse que Ha’amonga ‘a Maui funcionara como una especie de reloj de sol, indicando a sus constructores la posición del astro en cualquier periodo del año. Sea cual fuere su propósito, si Maui erigió tan insólita figura en este lugar para celebrar el fin de su ardua tarea no cabe duda de que buenos motivos tendría para ello.

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