MunDandy

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Turkmenistán

Puerta al infierno

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Desconozco si fue primero el huevo o la gallina. No sé si aquel lugar perdido en medio del desierto de Karakum ya se llamaba Darvaza, que en persa quiere decir puerta, en el pasado o tras el hundimiento comenzó a ser conocido como tal, una vez los locales empezaron a referirse a él como puerta al infierno. Tal y como suele ser habitual la sabiduría popular acierta de pleno con una definición tan breve como precisa, pues describe a la perfección el impactante efecto que produce este sitio en los pocos visitantes que se aventuran a acercarse hasta él.

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Al parecer todo comenzó en 1971, durante la dominación soviética sobre el actual territorio de Turkmenistán. Fue entonces cuando, mientras se llevaba a cabo una prospección en busca de ese gas tan habitual en el subsuelo del Karakum, la superficie terrestre se hundió de manera sorpresiva formando una enorme cavidad redondeada de unos setenta metros de diámetro y una veintena de profundidad. Todo lo que se encontraba sobre ella, equipos, tiendas y personas, se vino abajo causando un número de víctimas indeterminado debido al oscurantismo de la época. Tampoco está claro si el gas acumulado en la bolsa empezó a arder durante el accidente o fue incendiado con posterioridad para prevenir sus posibles efectos tóxicos.

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Diversos geólogos pasaron por el lugar en los días subsiguientes, asegurando que el incendio se apagaría en pocas semanas. Como profetas no tenían precio, porque en los cuarenta y tres años transcurridos desde el suceso el fuego se ha mantenido ininterrumpidamente y en la actualidad continúa mostrando buena salud, como tuve ocasión de comprobar a finales de Junio de 2014. Aunque al parecer las llamas tienen un nivel inferior al que mostraban hace un par de décadas, resulta imposible predecir cuándo se extinguirán por medios naturales, hecho que depende del gas acumulado en la mina que las alimenta. Tampoco parece probable que sean apagadas artificialmente debido al atractivo turístico que suponen.

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Darvaza está situada prácticamente en el centro geométrico de Turkmenistán, un país atípico con casi un 80% de su territorio ocupado por el desierto. Existe una carretera en buen estado relativo para llegar hasta allí, aunque es necesario desviarse de ella y recorrer el tramo final por pistas de arena con lo que un vehículo todoterreno se hace imprescindible. En pocos kilómetros a la redonda pueden verse al menos un par de cráteres adicionales al que ha hecho famoso este lugar. Uno de ellos notoriamente caliente, como lo demuestran una especie de fumarolas que surgen de su interior. El otro cubierto en buena parte de agua, muy posiblemente llevada hasta allí de manera artificial en el pasado con el fin de apagarlo.

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Aunque sin ninguna duda el que más impresiona al visitante, tanto por su volumen como por su espectacularidad, es el que arde de forma continua desde tiempos de la guerra fría, como si del fuego sagrado zoroastrista se tratase. Para llegar hasta allí tuve que vivir en primera persona una tormenta de arena en el desierto de Karakum, así como acampar en una zona donde cobras y arañas venenosas son los vecinos más habituales. Todo fuera por ser testigo de un fenómeno único en el mundo, una puerta lista para transportar sino al infierno sin duda a otra dimensión a todos aquellos curiosos que se atrevan a traspasarla.

10 COMENTARIOS

  1. Mágico lugar que me encantaría conocer, igual que me gustaría felicitar a los «geólogos profetas» por su acertadísimo pronóstico. Por cierto, también estoy encantado porque has reabierto el mítico blog «mundandy». Saludos. Dani

    • Muchas gracias, Dani. A ver lo que aguantamos esta vez, no haré planes de futuro por si acaso. 🙂

      Espero que algún día vayas a Darvaza, te encantaría, al igual que otros lugares en Turkmenistán.

    • Uno de esos pocos lugares que parece increíble que existan. Y tan desconocido que ni siquiera aparece en las listas de los lugares más increíbles del Planeta. 🙂

      Muchas gracias por tu comentario.

  2. Tremenda la entrada y tremendas las fotos. Un lugar no demasiado conocido entre la gente menos acostumbrada a viajar. Lo pongo en mi lista para cuando vaya a los Stan.
    Fuiste en coche alquilado o en un tour? habia otros visitantes o suele estar tan vacío como parece? han montado infraestructura para la visita o es poco menos que un agujero abandonado en medio del desierto?

    saludos!

    • Las fotos me parecen flojas, especialmente las nocturnas. Imagina lo que podría hacer allí alguien con mejor equipo que el mío, que es bastante patético, por otra parte.

      Fui en un 4×4 con un conductor que no sabía nada de inglés y allí nos esperaba un guía que sí tenía algo de idea. El único turista era yo, aunque me comentaron que era temporada baja. Lo has descrito a la perfección, aquello es un agujero en medio del desierto y allí no hay nada de nada. Tan solo vi pasar un camión (reminiscencia soviética, supongo) que se dirigía a una prospección de gas no demasiado lejana. Dormir en aquel lugar, en una pequeña tienda ( el conductor y el guía lo hicieron en el 4×4, por las cobras supongo 🙂 ), fue toda una experiencia.

      Muchas gracias.

  3. Salvo por lo de las cobras, me apunto la experiencia para vivirla. Sólo espero que esa puerta al infierno no se apague antes de que ponga rumbo a ella! Y aunque digas que tus fotos no lo son, yo las veo increíbles! Saludos

    • Espero que podáis vivir algún día una experiencia como esta, Vero. Las cobras no deben suponer un problema porque tampoco debe ser fácil encontrárselas. Aunque para ser sincero estuve un tiempo pensando en lo que ocurriría si tuviera que ir al baño de noche. 🙂

      Un fuerte abrazo.

  4. Menudas aventuras nos traes, Floren. 🙂 Sólo alguien como tú, un viajero de primera división, se atrevería a visitar un lugar tan especial como ese. ¡¡¡Cómo tiene que molar la acampada con cobras y arañas venenosas!!!

    Un abrazo.

    • Merece la pena arriesgarse a una picadura de cobra por visitar este lugar. 🙂 Aunque he de decir que no salí de la tienda en toda la noche, hasta que se hizo de día ni se me ocurrió poner un pie afuera por lo que me pudiera pasar. 🙂

      Un sitio excepcional, que merece la pena visitar antes de que desaparezca por completo.

      Un abrazo.

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