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Palaos

Islas Chelbacheb (por Jorge Sánchez)

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Aterricé de buena mañana en Koror, una isla que no me pareció muy interesante, así que al día siguiente viajé hacia otra isla más al sur de la que ya tenía nota por mis lecturas: Angaur, también conocida por la isla de los monos, pues para llegar a ella en barco había que atravesar el archipiélago de las espectaculares Islas Rocosas, también conocido como Islas Chelbacheb, o Setenta Islas (Seventy Islands). En realidad, el archipiélago está formado por varios centenares de islotes, todos deshabitados, con forma de hongos y rodeados de coral.

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El viaje en la lancha de la comunidad de la isla tardó 3 horas en llegar a Angaur y durante la travesía se adentró en el laberinto de los bellos islotes rocosos. El agua era de un color verde deslumbrante, y a nuestro paso el mar se abría en dos dejando detrás de nosotros un corredor de espuma blanca que se mezclaba con el agua; aquello parecía un batido de menta con nata. Al llegar a la isla pregunté por el jefe, pues necesitaba su aprobación para poder dormir en un abai, o cabaña de huéspedes donde se suelen alojar los isleños que escalan en Angaur en tránsito. Tras las zalemas de rigor le solicité ser aceptado a dormir en el abai de la siguiente manera respetuosa que me habían sugerido en el barco:

– ¡Te saludo, oh gran jefe de la isla de los monos, tú que eres tan poderoso! Soy un viajero venido de España, un país allende los siete mares, que desea permanecer unos días en esta isla que vos tan sabiamente administráis.

El jefe me escuchó complacido y me pidió un regalo a cambio de su favor, como es la tradición, y yo saqué de mi bolsa un pequeño obsequio que había comprado durante mis viajes.

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Me quedaría varios días a dormir en ese abai y haría amistad con varios nativos. Noté que la isla estaba llena de monos que eran ladrones. También había muchos cangrejos que abrían los cocos con sus pinzas para comerse la pulpa, y hormigas gigantes muy feroces que sabían volar. Días más tarde regresé a Koror en el mismo barco de la comunidad y volví a disfrutar de la visión de las formas fantásticas de las islas Chelbacheb.

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