Como puede deducirse de su denominación, el término plateresco hace referencia al oficio de platero, que define al artesano dedicado a labrar la plata. Aunque este estilo artístico legítimamente español surgió a finales del siglo XV, tan solo empezó a conocerse de esta manera en la segunda mitad del siglo XVII. Fue entonces cuando el historiador Diego Ortiz de Zúñiga lo acuñó para referirse a la sacristía de la catedral de Sevilla. Tanto anterior como posteriormente, el plateresco fue conocido también como gótico isabelino, estilo Isabel, estilo Reyes Católicos y, más apropiadamente, como protorrenacimiento.

Porque, sea cual fuere su denominación, el estilo plateresco no es más que la versión española del primer Renacimiento. Surgido en las últimas décadas del siglo XV, fue desarrollándose a lo largo de los dos siglos posteriores, llegando a coincidir en el tiempo con el Renacimiento pleno. En sus inicios, bebió de diversas influencias, que van desde el mudéjar al gótico flamígero, con especial mención a los elementos puramente renacentistas llegados de Italia. Caracterizado por una exuberante decoración que recuerda a los trabajos de orfebrería, no se ciñó exclusivamente a la porción hispana de la Península Ibérica, sino que fue llevado a los territorios españoles en el continente americano, donde aún pueden verse magníficos ejemplos en Perú, la República Dominicana y México.

Identifica al plateresco la profusión de elementos decorativos en sus portadas, que van desde motivos vegetales a medallones y figuraciones animales, pasando por elementos heráldicos. En este nuevo reto con el gran viajero y bloguero Jordi Martínez Baylach os hablaremos de este estilo arquitectónico, en nuestro caso centrándonos en fachadas tan bellas como éstas que describimos a continuación.

Crédito: Alfredo Miguel Romero

Fachada de la Universidad de Salamanca (Salamanca, Castilla y León): No cabe duda de que Salamanca es la capital oficiosa del plateresco. Diversas muestras se suceden por el centro histórico de la ciudad salmantina, cada cual superando a la anterior. Uno de los mejores ejemplos es la fachada de la Universidad, obra de Juan de Talavera fechada en 1529. Al parecer, fue un encargo de la reina Juana I de Castilla y entre su abigarrada decoración aparece un cráneo con un sapo encima, que servía para advertir a los estudiantes contra el pecado de la lujuria.

Fachada occidental de la Colegiata del Santísimo Sacramento (Torrijos, Castilla-La Mancha): En conjunto menos exuberante, aunque no por ello exenta de interés, la fachada occidental de la Colegiata de Torrijos fue obra del arquitecto local Alonso de Covarrubias hacia 1515. El autor se inspiró de manera indirecta en algunas obras del Renacimiento italiano aportándole un toque particular al diseño, como la abundante decoración incluida en el arco de medio punto que asemeja un arco de triunfo romano.

Crédito: PMRMaeyaert

Fachada del Hospital de los Reyes Católicos (Santiago de Compostela, Galicia): Fueron los propios Reyes Católicos quienes encargaron esta edificación tras comprobar, durante una visita a Santiago de Compostela, que muchos peregrinos requerían atención médica una vez finalizado el Camino. Las obras fueron realizadas entre 1501 y 1511, siéndole asignadas al arquitecto toledano Enrique Egas. La fachada contiene numerosas imágenes, desde Adán y Eva a San Juan Bautista y María Magdalena, incluyendo las armas de Castilla y los reyes Isabel y Fernando insertos en sendos medallones.

Fachada de la Casa de las Conchas (Salamanca, Castilla y León): Casa solariega de la familia Maldonado, la Casa de las Conchas dispone de más de trescientas figuras de caparazones distribuidas por su fachada. De autor desconocido, se dio por concluida hacia 1517 y, además de las conchas que la han hecho famosa, muestra diversos escudos y blasones. Destaca entre ellos el situado en la parte superior de la puerta adintelada que da acceso al interior, que muestra las armas de la familia titular, caída en desgracia tras su participación en la rebelión comunera.

Fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares, Comunidad de Madrid): Mucho más austera que las anteriores, la fachada del alcalaíno Colegio Mayor de San Ildefonso debe su existencia a la mano maestra del trasmerano Rodrigo Gil de Hontañón, uno de los más grandes, y menos reconocidos, arquitectos españoles. Los trabajos se realizaron entre 1537 y 1553 y la espera mereció la pena, porque el resultado fue espectacular. Coronada por el blasón imperial de Carlos I, presume de una impecable armonía rebosante de sobriedad.

Crédito: Ángel de los Ríos

Fachada del Convento de San Esteban (Salamanca, Castilla y León): Varios autores participaron en la construcción de la magnífica fachada del salmantino Convento de San Esteban. El pórtico bajo el que se inscribe es una obra de 1590 cuyo responsable fue Juan Ribero de Rada, siendo realizados los medallones que incluye por Martín Rodríguez. La fachada propiamente dicha es atribuida al milanés Giovanni Antonio Ceroni y se labró hacia 1610, ya en la recta final del Renacimiento. Muestra el martirio del santo titular, con un calvario en su parte superior.

Fachada de las Cadenas de la Catedral de Santa María (Murcia, Región de Murcia): Atribuida a Juan de León, la portada de las Cadenas de la catedral de Murcia está datada hacia 1512 aproximadamente. Fue entonces cuando se construyó el cuerpo inferior, compuesto por un arco rebajado al que se le superponen dos arcos de medio punto cuyos relieves muestran entre otros personajes a los Reyes Católicos, su hija Juana la Loca y el marido de ésta, Felipe el Hermoso. Las figuras de San Pedro y San Pablo pueden verse en las enjutas de esos arcos. El cuerpo superior ya no es plateresco, puesto que fue reformado a finales del siglo XVIII por José López otorgándole un aspecto neoclásico.

Fachada occidental de la Catedral de la Asunción (Salamanca, Castilla y León): Si antes hacíamos referencia a la exuberancia de la portada de la Universidad salmantina, la fachada occidental de su Catedral Nueva no se queda atrás. Sobresale el acceso central, extraordinariamente ornado y en el que destacan los relieves que representan el Nacimiento y la Epifanía, estando coronado por un fabuloso Calvario. Fue construida hacia 1530 y el principal responsable de su decoración fue el gran arquitecto plateresco Juan de Álava.

Crédito: Rastrojo

Fachada de la Iglesia de San Pablo (Valladolid, Castilla y León): Obra de Simón de Colonia concluida en el año 1500, la fachada de la vallisoletana Iglesia de San Pablo se encuadra dentro del estilo conocido como gótico isabelino. Para algunos expertos, éste sería una versión hispana del gótico flamígero, para otros un estilo ecléctico y para el resto una fase del plateresco. Sea como fuere, la evolución temporal desde el cuerpo inferior de la portada a su zona superior es evidente, estando la decoración del frontón triangular que la remata ya completamente realizada con motivos renacentistas.

Fachada del Convento de San Marcos (León, Castilla y León): Superar a las fachadas anteriores ya parece difícil, pero me atrevería a afirmar que la del antiguo convento de San Marcos de León casi lo consigue. Mide unos cien metros de largo y está compuesta por dos cuerpos, con el inferior iluminado por ventanas de medio punto y el superior mediante balcones. La decoración incluye medallones que rodean las imágenes de personajes históricos, inscripciones bíblicas y cabezas de ángeles. Data aproximadamente de 1530 y, aunque su autor es desconocido, algunos estudiosos ven en ella la mano maestra de Juan de Álava, uno de los más genuinos artífices del plateresco español.

Podéis ver las diez obras elegidas por Jordi aquí.