Construida posiblemente en el siglo XII, la fortaleza de Surami estaba dedicada a proteger la principal vía de comunicación entre el este y el oeste de Georgia. Fue remodelada en siglos posteriores y en la actualidad presenta un estado semirruinoso. En torno a ella existe una famosa leyenda georgiana según la cual cuando la estaban edificando se venía abajo una y otra vez. La única solución era emparedar entre sus muros al joven más valiente de la población, algo que hicieron y por fin la fortaleza pudo ser terminada. Desde entonces, la madre del héroe fue allí a llorar a su hijo cada día y por eso uno de sus muros presenta una mancha más oscura que el resto de la construcción.