MunDandy

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Reino Unido

London calling

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No era más que un niño cuando comencé a sentir que Londres me llama. Lo hace con una voz poderosa, que resuena en mi interior de una manera que no llegan a alcanzar las procedentes de otros lugares con los que me unen vínculos indestructibles. La ciudad del Támesis despierta en mi todavía exuberante imaginación una cautivadora fascinación y a pesar de las numerosas veces que la he visitado siempre me ofrece algo nuevo. Tradicional pero modernista, brillante a la vez que gris, ejecutiva del mismo modo que obrera, la capital británica evidencia numerosos contrastes que me resultan enormemente atrayentes. Y jamás me ha decepcionado cuando he atendido su llamada.

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Probablemente todo comenzó en la década de los setenta del siglo pasado, cuando en España se miraba aún con recelo a la pérfida Albión y se despreciaban sus manifestaciones culturales. Los que por entonces éramos niños no teníamos otra opción que elegir la lengua francesa como segundo idioma en la escuela, lo que provocó que el sonido del inglés se me antojara irresistiblemente atractivo. Tanto, que pronto empecé a estudiarlo por mi cuenta, dejando a un lado ese odiado francés cuya pronunciación me resultaba imposible. Fue entonces cuando me acerqué a la cultura y la historia británica, tradicionalmente contrapuesta a la española. Y la capital del reino jugaba un papel muy determinante en ella.

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Tuvieron que pasar bastantes años hasta que pude pisar la ciudad londinense por vez primera. Y aunque ya hace mucho tiempo de aquello, todavía recuerdo la seducción que me produjo esta ciudad progresista a la par que conservadora, tan educada como a veces gamberra, con diferencia la más cosmopolita que haya visitado jamás. Siempre a la vanguardia en todo tipo de manifestaciones culturales, Londres cuida con pulcritud sus símbolos más tradicionales, como pueden ser los típicos autobuses rojos de dos plantas, las características cabinas telefónicas o esos taxis de color negro donde el pasajero dispone de la comodidad suficiente para sentirse realmente como todo un caballero británico.

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No terminan ahí los elementos diferenciadores del paisaje urbano londinense, poblado de referencias que prácticamente cualquiera es capaz de reconocer aunque nunca haya visitado la ciudad. En sucesivos viajes pasé a rendir tributo a esa multitud de elementos cuya representación me resultaba ya familiar desde mi niñez. London Tower, Westminster Abbey, London Bridge, Houses of Parliament con su inimitable Big Ben, Regent’s Park, Saint Paul’s Cathedral, Piccadilly Circus con esos neones que jamás pasarán de moda, incluso Trafalgar Square, donde se levanta la columna de nuestro archienemigo Nelson, desfilaron ante mis incrédulos ojos, convencidos por fin de que todas aquellas imágenes eran reales y no formaban parte tan solo de mi imaginación infantil.

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A finales de esa misma década en la que Londres comenzó a formar parte de mis sueños, surgió en las calles de la ciudad del Támesis un movimiento tan musical como vital, impulsado por jóvenes descontentos con la falta de expectativas que amenazaba su futuro. Se trataba del punk y, aunque como siempre llegó tarde a España, grupos como Sex Pistols y The Clash atrajeron mi atención de inmediato. Especialmente los últimos, que todavía siguen ocupando un lugar privilegiado en mis gustos musicales, a pesar de los casi cuarenta años transcurridos. Ante el desánimo que sufre la juventud en estos primeros años del tercer milenio, similar o incluso superior al de entonces, la capital británica parece la única esperanza para que surjan corrientes de protesta como aquella. Estad atentos pues a la llamada de Londres, ésa que me atrapó desde el mismo momento en que decidí atenderla.

2 COMENTARIOS

  1. Yo descubrí a The Clash en el año 88, y «London Calling» sigue sonando en mi cabeza y mi corazón como un himno…
    Nunca viví las noches londinenses como me hubiera gustado, quizás fue mejor así. Y cada vez que regreso pienso… Por qué he tardado tanto en volver ? Should I Stay or Should I Go? Lo tengo clarísimo.

    • Curiosamente London Calling, el tema más conocido y el disco de mayor éxito que tuvieron The Clash fue el principio del fin del grupo. Esa suerte de renuncia al punk más puro para revestirlo de ritmos más pop nunca gustó a Strummer, que acabó echando a Jones del grupo y precipitó su disolución.

      I should go back again, I think. Londres me llama con fuerza de nuevo y me resulta muy difícil resistirme a su llamada.

      Muchas gracias por tu comentario.

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