MunDandy

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Rumanía

No hay tedio en este cementerio

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Desde siempre, los cementerios han ejercido sobre mí una atracción tan grande que en tiempos pasados llegaba a rozar la fascinación. Quizás debido al halo de misterio que suele rodear a estos lugares o a la tranquilidad que en ellos se respira, uno de los primeros sitios que solía visitar al llegar a cualquier población era el camposanto local. Me acercaba hasta él siempre con un rictus serio y demostrando un enorme respeto por las personas allí enterradas. Por no hacer, ni siquiera hacía fotos, pues me parecía una conducta irrespetuosa con la memoria de aquellos seres y sus deudos. Hasta que un buen día, algo cambió.

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Maramureş es una región del noroeste de Rumanía que mantiene unas tradiciones muy específicas, debido al aislamiento que ha tenido a lo largo de los siglos. Desde que la visité, durante mi segundo o tercer viaje a tierras dacias, me ha parecido que tiene bastantes similitudes con Galicia, tanto por su posición en el mapa como por sus tradiciones ancestrales. E incluso por el carácter de sus habitantes, dotados de una socarronería mucho menos habitual en el resto del país rumano. La madera es la materia prima esencial en este territorio y son típicos los porches realizados con este material a la entrada de las casas en los pueblos, algunos de ellos verdaderas obras de arte.

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Aunque menos conocida y poblada que sus vecinas Baia Mare y Satu Mare, Sighetu Marmaţiei me pareció más tradicional y atractiva. Situada junto a la frontera con Ucrania, de la que solo la separa el rio Tisa, desprende un característico aroma provinciano y alberga un patrimonio interesante. Destaca especialmente su arquitectura religiosa, que incluye templos dedicados a diferentes confesiones y que muestran un peculiar diseño. El más antiguo de todos ellos es conocido como Iglesia Húngara y está datado en el siglo XV. Más moderna es la denominada Iglesia Católica, de imagen declaradamente barroca y construida en el siglo XVIII. Y aún más la ortodoxa iglesia de los Arcángeles Miguel y Gabriel, edificada en el siglo XIX con un aspecto muy atrayente. Se conserva también una sinagoga, prueba de la presencia judía cuyo más renombrado representante fue Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y nativo local.

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Usamos Sighetu Marmaţiei como base para llegar a Săpânţa, pequeña localidad donde se encuentra el popularmente denominado cimitirul vesel, es decir cementerio alegre. Se trata de un cementerio ortodoxo donde las cruces, hechas en madera de roble por un artesano local, están decoradas con vivos colores y tienen grabados unos epitafios que dan pistas sobre la personalidad del difunto en tono jocoso. El ambiente creado en esta curiosa necrópolis es tan festivo y le quita tanta trascendencia al hecho de morir, que por primera vez en mi vida me atreví a sacarle fotos a las tumbas, hecho que me sorprendió a mí mismo pues nunca me había sentido capaz de hacerlo hasta ese momento.

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Poco a poco fui recorriendo un espacio que ha trascendido la categoría de cementerio y se ha convertido en una especie de museo al aire libre. La típica expresión seria que hasta entonces me había acompañado en lugares similares había desaparecido y daba paso a una sonrisa al leer algunos de los epitafios. Recuerdo especialmente el de un difunto llamado Ioan Toaderu: ‘Me gustaban los caballos, pero lo que más me gustaba de todo era sentarme en la mesa de un bar junto a la esposa de alguno’. Cuando llegó la hora de partir, me asaltó la convicción de que a Groucho Marx le hubiera encantado ser enterrado en tan heterodoxo camposanto.

6 COMENTARIOS

  1. Querido Florencio, es fácil participar de tus sentimientos y comparto tu entusiasmo. Permites q conozca las cosas y lugares a los q tal vez nunca visite. Gracias por acercarnos al mundo.

  2. Que bueno! Yo recuerdo uno que vi en la isla de Naxos que los familiares le dejaban al muerto sus objetos favoritos, lo mismo fuera un retrato que una botella de alcohol. Eso me gusto porque tenemos la costumbre de ver la muerte negra y desde la distancia, y hacerlo de otra manera le quita mucho hierro el visitarlo o recordar a tus muertos con menos dolor.

    • Así debería ser, la muerte es un hecho tan natural como la vida, aunque no estemos dispuestos a aceptarla.

      Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.

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