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10 obras de Gaudí que has de ver sí o sí

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Antoni Gaudí nació en Reus a mediados del siglo XIX. Niño enfermizo y retraído, se sintió desde siempre profundamente atraído por la naturaleza de su tierra natal, hecho que influyó poderosamente en su futura obra. Descendiente de una familia de caldereros, la imagen de los grandes toneles que fabricaba su padre le hizo adquirir una visión tridimensional y redondeada del entorno, que se puso de manifiesto en las líneas curvas predominantes en sus diseños posteriores. Introvertido, solitario, quizás misógino y, sobre todo, profundamente religioso, desarrolló una asombrosa vida interior que lo llevó poco a poco a aislarse del mundo y centrarse en su trabajo. Arrollado por un tranvía a los setenta y tres años, su aspecto desaliñado hizo que no fuera identificado hasta ser encontrado en un hospital cuando ya era demasiado tarde para salvar su vida.

Mi atracción por la vida y la obra de Gaudí surgió cuando era un joven nada dotado, aunque siempre muy interesado, para y por el arte. Desde siempre me atrajo su estilo imaginativo, su concepto rompedor con lo establecido y su talante innovador, aunque quizás no fuera consciente de ello en el momento que le tocó vivir. El genio reusense fue un adelantado a su tiempo, algo que, a la manera habitual, no fue del todo apreciado en su época, lo cual no le preocupó lo más mínimo. Hubo de ser otro catalán genial, Salvador Dalí, quien se encargó de recuperar su imagen y llevarla hasta la altura que realmente le correspondía.

Tan moderna como modernista, la vasta y valiosa obra de Gaudí perdurará para siempre en la retina de sus numerosos admiradores. Lo que viene a partir de aquí no pretende ser un post, sino un homenaje a un arquitecto genial, que posiblemente no fuera nunca consciente de su enorme valía. En orden cronológico, listamos diez creaciones gaudianas que, al situarnos frente a ellas, nos reafirmaron en la idea de encontrarnos ante un veraz y auténtico artista.

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Ábside de la basílica de Montserrat (Municipio de Monistrol de Montserrat): Gaudí era tan solo un estudiante cuando participó en la construcción del ábside neorrománico de la basílica de Montserrat. Su trabajo consistió en dibujar los planos y ayudar a su creador, Francisco de Paula del Villar. Más adelante, el genio reusense diseñó un grupo escultórico para el denominado Rosario Monumental de Montserrat, que representa los quince misterios de la Virgen María.

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Villa Quijano (Comillas): Contaba el arquitecto con treinta años cuando en 1883 se encargó del proyecto de Villa Quijano, construcción popularmente conocida como El Capricho. Enormemente influido por el arte oriental en esta época, Gaudí lo expresó de manera magistral en esta obra, situada en la localidad cántabra de Comillas y que fue realizada bajo la dirección de su colaborador y amigo Cristóbal Cascante.

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Fachada de la Natividad de la Sagrada Familia (Barcelona): El templo expiatorio de la Sagrada Familia fue, sin duda, la obra más ambiciosa de Antoni Gaudí. Comenzó a diseñarlo en 1883 y trabajó en él a intervalos hasta su fallecimiento, ocurrido en 1926. Cuando ocurrió el deceso, solo se habían completado la cripta, el ábside y la maravillosa fachada de la Natividad, que su autor pudo ver finalizada tan solo unos pocos días antes de su muerte.

Palacio_Episcopal_de_Astorga
Crédito: Bjørn Christian Tørrissen

Palacio Episcopal (Astorga): Segunda edificación diseñada por Gaudí fuera de Cataluña, el Palacio Episcopal de Astorga fue un encargo del entonces obispo Joan Baptiste Grau, que era paisano y amigo del arquitecto. Realizado en estilo neogótico, los trabajos se iniciaron en 1888 y se dieron por terminados más de un cuarto de siglo después, entre numerosas vicisitudes que incluyeron la dimisión del reusense veinte años antes por desavenencias con el cabildo local.

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Casa Botines (León): En pleno desarrollo de la edificación anterior, Gaudí se involucró en un nuevo proyecto, llevado a cabo en un lugar cercano. Ubicada en pleno centro de León, la Casa Botines es una obra neogótica cuya ejecución se llevó a cabo entre los años 1891 y 1892. Los trabajos duraron tan solo diez meses, todo un récord debido al pausado ritmo que solía imprimir a sus diseños el artista. Sin embargo, a la vista está que el resultado fue excelente.

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Cripta de la Colonia Güell (Municipio de Santa Coloma de Cervelló): Eusebi Güell fue un empresario catalán que se convirtió en mecenas de Gaudí tras admirar una obra suya en la Exposición Universal de París. A partir de entonces los unió una profunda amistad y los encargos por parte de aquel se sucedieron. Uno de ellos fue el templo conocido como Cripta de la Colonia Güell, edificado a partir de 1908 y que pertenece al periodo naturalista del autor. Quedó inconcluso, puesto que tras el fallecimiento de su impulsor sus hijos abandonaron el proyecto.

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Park Güell (Barcelona): Aunque ahora sirva como parque, Park Güell fue concebido como una especie de urbanización donde se situarían viviendas destinadas a personas con alto poder adquisitivo. La idea provino de Eusebi Güell, que encargó a Gaudí el diseño. Las obras se iniciaron en 1900, cuando el arquitecto se encontraba en plena efervescencia naturalista, hecho que se trasluce en el resultado final. Algunos expertos consideran que el templo de Apolo de Delfos le sirvió como inspiración.

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Restauración de la catedral de Santa María (Palma): Ya entrado el siglo XX, concretamente en 1903, Gaudí presentó al obispo Pere Campins un proyecto de restauración para la catedral de Palma. Entre otras mejoras se contemplaban la colocación de un baldaquino sobre el altar mayor, el rediseño de dos púlpitos, la creación de nuevas vidrieras y la ornamentación del templo mediante cerámica y forja. Como había ocurrido anteriormente en Astorga, la muerte del obispo y diversas desavenencias llevaron al artista a abandonar las obras, que quedaron inconclusas.

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Casa Batlló (Barcelona): La mayoría de los expertos considera que Gaudí alcanzó su más alta cota creativa durante su etapa naturalista, que se desarrolló a caballo entre los siglos XIX y XX. El punto culminante de la imaginación gaudiana llegó posiblemente con la Casa Batlló, obra realizada entre los años 1904 y 1906 con el propósito de servir como residencia para el industrial Josep Batlló y su familia. El espléndido resultado destaca poderosamente sobre las construcciones vecinas en el barcelonés Paseo de Gracia.

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Casa Milà (Barcelona): También en el mencionado Paseo de Gracia se encuentra la que probablemente sea la obra más emblemática de Antoni Gaudí. Popularmente denominada La Pedrera, la Casa Milà fue concebida a partir de un encargo del industrial y político Pere Milà. Los trabajos dieron inicio en 1906 y fueron dados por concluidos cuatro años más tarde tras diversos problemas, que incluyeron el abandono por parte del arquitecto tras un enfrentamiento con el promotor. Aunque, a tenor del extraordinario resultado final, nadie lo diría.

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