Etimológicamente hablando, el término Tashkent proviene del vocablo turcomano tash, que significa piedra, al que se unió el persa kent, que se traduce como ciudad, dando como resultado la denominación de ciudad de piedra. Se tiene constancia de un asentamiento humano en esta zona del este de Uzbekistán al menos desde el siglo III a.C., aunque no se tienen noticias de un establecimiento permanente hasta el siglo IV de nuestra era. Hacia el siglo VII la población formaba parte del Imperio sasánida y un siglo después pasó a manos islámicas, empezando a ser conocida como Binkath. A comienzos del siglo XIII fue conquistada por Gengis Khan y quedó incluida en el Imperio mongol. En el siglo XIV perteneció al Imperio timúrida, a cuyo líder, Tamerlán, hay dedicada una estatua ecuestre en la ciudad. Más adelante llegaron los shaybánidas y a comienzos del siglo XIX era una de las poblaciones más importantes del kanato de Kokand. Unas décadas después fue conquistada por los rusos, a quienes estuvo unida de diferentes maneras hasta la independencia de Uzbekistán en 1991. Debido a la destrucción causada por la Revolución rusa y un terremoto ocurrido en la década de los sesenta del siglo XX, pocos edificios permanecen de la época cuando la localidad era una de las paradas de la Ruta de la Seda. Las construcciones más sobresalientes son la madrasa Kukeldash, la mezquita de Khazrati Imam, que está integrada en el complejo homónimo, y el Bazar Chorsu. Destacan también el museo de Tamerlán, el Teatro Navoi, el Palacio Romanov y la catedral de la Asunción. Con cerca de tres millones de habitantes, Tashkent es actualmente la ciudad más populosa de Asia Central. Una de sus principales características son las denominadas makhallas, barrios de tamaño reducido donde los vecinos se conocen todos y comparten lazos de unión, como el oficio o la procedencia. Desde el periodo soviético resulta puntera en el campo de las ciencias e ingeniería y en 2007 fue proclamada capital cultural del mundo islámico.