MunDandy

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Laos

A la moda

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De acuerdo con la tradición, Buda iba siempre vestido con una simple túnica hecha a partir de harapos que, junto al cuenco donde comía el arroz, constituía su única posesión. Los tiempos cambian una barbaridad y la vida de sus seguidores dista mucho de ser tan austera como lo fue la de su inspirador, pero el kasaya, esa especie de hábito que tapa su cuerpo hasta los pies, sigue siendo el distintivo fundamental del monje budista. De forma rectangular, esta vestimenta representa la sencillez que debe caracterizar la existencia, completamente alejada de los placeres terrenos, del practicante de este credo. No es de extrañar, por tanto, que a los miembros de las comunidades budistas se les denomine bhiksu, término de origen sánscrito que tiene un significado equivalente al de mendigo.

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Generalmente son los mismos monjes quienes confeccionan sus hábitos, usando para ello trozos de tela procedentes de donaciones de los fieles. Aunque la forma de la túnica suele ser bastante similar en todos los lugares donde se practica el budismo, su color varía considerablemente de unos sitios a otros. En el Tíbet es rojo, en Japón y Corea suele ser oscuro y en el Sudeste Asiático, donde la rama predominante es la del budismo theravada, el tono predominante es el anaranjado. No está del todo claro a qué se debe esta diferencia, aunque la teoría de que se impuso la tonalidad correspondiente al tinte más barato en el lugar considerado es generalmente aceptada. Tinte que, por su parte, suele provenir también de las dádivas de los devotos.

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Fue la conversión de un monarca la que arrastró a su pueblo a la práctica de una religión determinada, como ha sido habitual a lo largo de la Historia. En esta ocasión sucedió allá por el siglo XIV, cuando el rey Fa Ngum fundó el reino de Lan Xang, o tierra del millón de elefantes, estableciendo su capital en Luang Prabang. No se conocen demasiados aspectos de su vida, pero se sabe que su segunda esposa fue una princesa de Ayutthaya, reino legendario situado en la actual Tailandia, que impuso el budismo theravada en la Corte. Llevó consigo hasta allí a parte de sus sirvientes, incluyendo diversos religiosos que contribuyeron a convertir a un pueblo hasta entonces mayoritariamente seguidor de la rama histórica del budismo, la denominada mahayana.

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Como capital del reino, Luang Prabang fue poco a poco transformándose en su reserva espiritual y diversos monasterios fueron estableciéndose en la localidad. El número de monjes fue incrementándose hasta constituir un porcentaje considerable de la población de la ciudad y uno de los principales atractivos para el viajero en la actualidad. Destaca la ceremonia denominada binthabat, que tiene lugar cada mañana a horas casi intempestivas. Es entonces cuando los monjes salen de cada uno de sus templos en fila india, provistos de unos cuencos con los que van recolectando las donaciones en forma de comida de los fieles. Tanto éstos como los visitantes deben seguir unas reglas de comportamiento establecidas, como no situar su cabeza a un nivel más elevado que la de los religiosos ni apuntarles directamente con la punta de los pies. Conviene evitar también tocarles sus rapadas cabezas, acto que se considera una grave ofensa especialmente si la mano ejecutora es femenina.

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El color naranja es el predominante en el ambiente de la antigua capital laosiana. Continuamente se ven monjes dirigiéndose a realizar sus actividades cotidianas, generalmente provistos de un paraguas. Tiene éste la doble función de proteger del sol inmisericorde, que cae a plomo sobre los viandantes en las horas centrales del día, y de la lluvia arrolladora, que inunda la villa durante el monzón. En ocasiones se muestran curiosos con el viajero, a quien se dirigen exhibiendo esa tímida sonrisa que suelen mostrar los locales con el fin de practicar su incipiente inglés o para interesarse por las razones de su visita. Y puede llegar a ocurrir que el visitante se integre tanto en el entorno que, casi sin darse cuenta, se mimetice con él al adoptar ese tono azafrán siempre tan de moda en las calles de Luang Prabang.

8 COMENTARIOS

  1. Siempre he soñado con poder usar una de esas túnicas y justo de ese hermosa tonalidad de naranja jajaja

    saludos

  2. Que post más interesante! Nos ha gustado mucho, te seguimos!!!

    Nosotras somos nuevas en este mundillo, y nos encantaría que nos hicieras un vistazo y que nos dijeras que te parece! Muchas gracias, besos!

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