MunDandy

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Croacia

Amor a primera vista

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Al ver por primera vez una fotografía de Dubrovnik sentí algo similar a un arrebato de amor adolescente, que me hizo caer rendido a los pies de esta ciudad croata. Esos tejados rojos, esas murallas que rodean la villa vieja como protegiéndola de las embestidas del Adriático, esas calles estrechas donde se respira la Historia que esta población ha vivido durante siglos conformaban un conjunto arquitectónico de aire tan elegante que me parecía difícil de igualar. Y, aunque en aquellos tiempos la escasez de información era un problema, más cuando se trataba de una localidad situada en la Europa comunista, rápidamente me dispuse a investigar sobre su pasado, tratando de averiguar lo máximo posible sobre un lugar que me había dejado tan honda impresión.

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Los orígenes de Dubrovnik no están del todo claros, aunque es posible que la zona más histórica de la villa fuera anteriormente un islote similar al vecino Lokrum. Allí se habría establecido un pueblo de origen griego venido desde la localidad de Cavtat, situada algo al sur y que entonces era conocida como Epidauros. Ante la falta de espacio provocada por el crecimiento de la población, sus habitantes habrían ido colmatando el brazo de mar que los separaba de la costa hasta convertirlo en un istmo. De esta manera la ciudad tendría la posibilidad de expandirse por tierra firme, llegando a alcanzar con el tiempo el aspecto que posee hoy día. Poco a poco Ragusa, como era conocida entonces, fue incrementando su poderío, y ya en la Edad Media disfrutaba de una considerable importancia en la costa dálmata.

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A lo largo de su historia los habitantes de Dubrovnik han mantenido siempre firmes deseos de conservar su independencia. Así permanecieron desde sus inicios, pasando a contar con cierta protección por parte del Imperio Bizantino más adelante, hasta que entraron a formar parte de la República de Venecia. Sus ansias independentistas los hicieron constituir en el siglo XIV la denominada República de Ragusa, que se mantuvo fiel a sí misma durante cinco siglos, lo cual resulta casi impensable si se tiene en cuenta que su superficie era aproximadamente similar a la del actual principado de Mónaco. Fue Napoleón quien cortó sus alas a principios del siglo XIX, y desde entonces Dubrovnik nunca ha vuelto a recobrar aquella libertad que la caracterizaba.

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Todo podría haber vuelto a la normalidad durante esa funesta Guerra de los Balcanes que llevó a la división de Yugoslavia en diversos pedazos. Durante la contienda, algunos ilustres de la villa proclamaron la restauración de la República de Ragusa y, con la disculpa de protegerlos y devolver a Dubrovnik su independencia, el ejército serbio-montenegrino sitió la ciudad, causando aproximadamente un centenar de víctimas civiles. Los bombardeos desde el cercano monte Brgat provocaron numerosos destrozos en el casco histórico, que resultó seriamente dañado. Tras siete meses de asedio, se impuso finalmente la voluntad de la mayoría de la población ragusiana, que debido a su origen y sus raíces católicas prefería formar parte de Croacia a pesar de estar físicamente separados del resto del nuevo país.

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Cuando en la primavera de 2001 pude por fin cruzar el puente levadizo de la Puerta de Pile y acceder así al recinto amurallado de Dubrovnik, mi corazón comenzó a latir con fuerza, como si estuviera viviendo una cita a ciegas con un amor platónico cuya única imagen hasta entonces era una fotografía. Tanto de día como de noche paseé por la ciudad con calma, disfrutando a cada paso del hecho de estar en aquel lugar que tanto significaba para mí. Saboreé Dubrovnik a tragos cortos, sin fijarme demasiado en sus construcciones como entes individuales, sino más bien apreciando el gusto exquisito de todo el conjunto. Rendí tributo a esas murallas que protegieron su fragilidad, tanto de la furia del mar como de los muchos que intentaron conquistarla. Y al despedirme me invadió la tranquilidad de saber que una vieja ilusión se había hecho por fin realidad.

4 COMENTARIOS

    • No he visto nunca la serie (creo que debo ser casi el único) ni he leído la novela, pero supongo que alguno de los exteriores de Juego de Tronos estarán rodados en Dubrovnik. Aparte de la serie, merece la pena visitar esta ciudad, tiene un casco histórico impresionante. Y si es fuera de temporada alta, mejor aún, porque el recinto amurallado es pequeño y pierde parte de su encanto si hay mucha gente.

      Muchas gracias por tu aportación.

  1. Es una ciudad hermosa por donde se la mire, y tiene la ventaja de estar ubicada en un sitio privilegiado. La puedes ver muy bien desde arriba, hay miradores en las colinas que la rodean.

    • La vista desde arriba es excepcional y el entorno que rodea al casco histórico no está demasiado alterado aún. El paseo por las estrechas calles del interior también me resultó muy agradable.

      Muchas gracias por tu aportación.

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