Segunda capital catalana más poblada, Lérida tiene su origen en un asentamiento del pueblo ilergete, que la llamaron Iltirta. Tras su conquista por los romanos, en tiempos de Augusto fue ascendida a municipium y a finales del siglo XIII se fundó en ella la tercera Universidad española. Tras un largo periodo de oscuridad, la ciudad ilerdense comenzó a renacer en la segunda mitad del siglo XX debido a su pujante sector servicios. Coronado por la estilizada torre de la Seu Vella, el denominado Casc Antic de la ciudad está enclavado entre la orilla del río Segre y la colina donde se levanta la antigua catedral. De los tiempos romanos apenas quedan trazas y el castillo de la Suda es el único vestigio que permanece de la época musulmana, a pesar de que la población estuvo en manos islámicas durante casi cuatro siglos. Las iglesias de San Martín y San Lorenzo son de estilo románico, aunque esta última presenta añadidos góticos. También románico es el Palacio de la Paeria, sede del Ayuntamiento local. Cabe destacar también la Catedral Nueva, construida en la segunda mitad del siglo XVIII y de aspecto barroco, así como la iglesia de San Juan, monumento neogótico de finales del siglo XIX. Hay que mencionar asimismo el conocido como Eje Comercial, zona peatonal formada por la unión de varias calles, cuyos tres kilómetros y medio de longitud la convierten en una de las áreas comerciales más largas de Europa.