Originalmente un asentamiento etrusco, la actual ciudad de Parma fue colonizada por los romanos, que mantuvieron el nombre que le habían otorgado aquellos. Adquirió relevancia en época bizantina, aunque posteriormente fue destruida por pueblos germanos llegados del norte. Apoyó a los güelfos durante las luchas entre éstos y los gibelinos, para más adelante pasar a formar parte del Milanesado. Entre los siglos XVI y XIX lideró el ducado de Parma y desde la segunda mitad de este último siglo adquirió un carácter decididamente industrial. Sin embargo, todo este pasado ha dejado una huella en la población, que mantiene un centro histórico de mucho interés. Su construcción más relevante es posiblemente la catedral, edificación románica dedicada a la Asunción cuyas obras se iniciaron a mediados del siglo XI. Cercano a ella se halla el Baptisterio, magnífico ejemplo de transición entre el románico y el gótico construido a finales del siglo XII. Permanecen también otros templos tanto de época medieval como renacentista. En cuanto a la arquitectura civil, destacan los renacentistas Palazzo della Pilotta y Palazzo del Giardino, así como una estructura romana denominada Pons Lapidis.