Más allá de un estilo gastronómico, la dieta mediterránea es casi un ritual, una forma de vida. El hecho de sentarse a la mesa juega un papel fundamental a orillas del Mediterráneo y está rodeado de una serie de tradiciones y valores que sirven para reafirmar la identidad familiar, del círculo de amigos o incluso del entorno laboral. Los ingredientes utilizados en la cocina mediterránea varían según la zona que se considere, aunque algunos como las frutas, las verduras, el pescado, el aceite de oliva o el vino sirven de amalgama entre todas ellas. Mención especial merecen los arroces, especialmente en el Levante español, donde destacan la paella, el arroz caldoso, el arroz a banda o el arroz caldero, así como productos derivados de los cereales, como el cuscús en Marruecos. Hace unos años, esta tradición gastronómica y el intercambio social que en torno a ella se produce en varios estados mediterráneos fueron declarados Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO. En España es fielmente seguida en prácticamente todas las Comunidades Autónomas, con mención especial para Castilla y León, donde la ciudad de Soria fue una de las cuatro abanderadas que llevaron a obtener ese reconocimiento.