Viajé en autobús desde Huesca a Loarre para admirar uno de los castillos más interesantes de Aragón, donde en el año 2005 se filmó la película El reino de los cielos. Había leído que este castillo románico, construido sobre una roca entre los siglos XI y XII, es el mejor preservado de toda Europa. El chófer del autobús me depositó en un cruce poco antes de llegar a Loarre. Desde allí se divisaba la fortaleza en la cima de un cerro. Caminé los 4 kilómetros que distaban hasta él y cerca de una hora más tarde me presenté en la entrada, pagué 3 euros y recorrí todo su interior por más de 2 horas.

Me decepcioné al principio al no encontrar mobiliario ni decoración; todo estaba vacío. Yo me había formado de él una imagen romántica, como si fuera a encontrarme con una especie del Real Alcázar de Segovia. Pero no fue así. Sin embargo, acabó encantándome por su situación en un entorno montañoso y lleno de follaje, más el buen estado de las torres. Además, al ser casi el único turista ello hacía que me sintiera en la época medieval, como si hubiese sido transportado al pasado. Mientras otros castillos de Europa han sido comercializados y hoy están orientados a hacer negocio con los turistas abriendo cafeterías en su interior, museos dedicados a la Inquisición, o tiendas vendiendo souvenires, en Loarre no sucede tal cosa, por lo que aprecié todavía más mi visita.

No me dejé por visitar ninguna sala, ni siquiera la antigua capilla y la parte dedicada a un antiguo monasterio agustino. Subí a los torreones, sobre todo a la Torre del Homenaje con sus 5 plantas, bajé a las mazmorras, seguí el perímetro de sus murallas de más de 170 metros y lo disfruté en su totalidad, admirándolo por dentro y por fuera, por arriba y por abajo, por delante y por detrás. Una vez que me sentí satisfecho con la visita caminé hacia el pueblo de Loarre y desde allí hice autostop de regreso a Huesca, con éxito, llegando cuando empezaba a oscurecer.