MunDandy

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Sudáfrica

Los cinco grandes

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Como cinco grandes se conoce en el mundillo de los safaris al quinteto de mamíferos africanos cuya caza se considera de mayor riesgo o que entraña un alto grado de dificultad. Y, a pesar de algunas voces discrepantes que echan de menos a algunos candidatos en la lista, suele usarse tal expresión para designar al grupo compuesto por el elefante, el león, el rinoceronte, el búfalo y el leopardo. Particularmente, y aunque no descartaría a ninguno de estos magníficos animales, quizás ampliaría la lista al menos con un miembro más, el hipopótamo. No en vano, y en contra de lo que suele creerse, es éste el mamífero que más gente mata cada año en África, fundamentalmente por aplastamiento. Y ya puestos a incluir, también echo en falta al cocodrilo, a pesar de ser reptil, debido a su intimidatoria presencia y el riesgo cierto para aquellos que se le aproximan en demasía. Con ellos el número de miembros se incrementaría hasta siete y bien podría aplicárseles una calificación tan rimbombante como siete magníficos, que siempre da mucho juego.

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El último verano del siglo XX, o el primero del siglo XXI para algunos, tocaba a su fin cuando nos aproximábamos a los límites del Parque Kruger. Con sus cerca de veinte mil kilómetros cuadrados de extensión, similar a la de países como Eslovenia, es ésta una de las más grandes reservas del continente africano, si no la mayor. Está situada en el extremo nororiental de Sudáfrica, haciendo frontera con el país vecino de Mozambique. Y según todos los expertos en el tema, es uno de los lugares del continente africano donde hay más probabilidades de avistar al menos un ejemplar de cada uno de los cinco grandes en un día de safari, hecho que en este entorno debe ser algo similar a completar una especie de Grand Slam de la especialidad. Salvando las distancias, por supuesto.

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Mi estado de excitación iba in crescendo según nos íbamos acercando al parque. Aunque no tiene el carácter mítico de otras reservas de la zona, los datos sobre la fauna que alberga el Kruger abruman. Allí habitan nada menos que unas ciento cincuenta especies de mamíferos, más de quinientas especies de aves, aproximadamente un centenar de reptiles y un buen número de anfibios y peces. Por no hablar de la flora, pues hasta seis ecosistemas distintos cohabitan en el parque y casi dos mil especies de plantas pueden encontrarse allí. Aunque los datos eran lo de menos en este caso. Lo más importante para mí era que se trataba de mi primera vez, mi bautismo de fuego en las grandes reservas de África. No podía disimular mi nerviosismo y mi cabeza no dejaba de dar vueltas imaginando las aventuras que nos esperaban.

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A pesar de que buena parte del Kruger está cubierto por matorral de acacias, hecho que dificulta bastante la visibilidad, la densidad de animales es tan elevada que un safari en este parque resulta realmente apasionante. Al contrario que en otras reservas que he visitado posteriormente, donde tienes que recorrer un buen número de kilómetros para vislumbrar cualquier tipo de fauna, aquí se producen encuentros con la vida salvaje a cada paso. Y la variedad de especies es tanta que un día de safari no se hace monótono en ningún sentido, cada momento surge alguna sorpresa nueva. Particularmente tuve la inmensa fortuna de encontrarme con dos ejemplares de los antílopes más impresionantes que existen: el sable y sobre todo, el gran kudú, con sus espectaculares cuernos helicoidales.

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Nos faltó ver un leopardo para completar los cinco grandes aquel día. Tuvimos que esperar un par de años hasta lograr visualizar a este esquivo felino en el cráter de Ngorongoro. Pero no salí decepcionado en absoluto, recuerdo aquella jornada en el Kruger como un día lleno de múltiples sensaciones que me hizo descubrir el embrujo de África como lo haría un niño mirándolo todo con los ojos muy abiertos. La noche se nos echaba ya encima y tocaba volver hacia nuestro lodge cuando nos topamos con la sorpresa final. Un grupo de leonas descansaba tranquilamente sobre una de las pistas que circundan la reserva, seguramente tras haber tomado parte en un apetitoso banquete. Varios vehículos habían detenido su marcha para contemplar la escena. Tras varios minutos de reposo, una tras otra, las leonas se levantaron y comenzaron su marcha con parsimonia. Cuando pasaban a nuestro lado, una de ellas me dirigió una mirada que interpreté como de desprecio. Caí entonces en la cuenta de que mi excitación no la había dejado disfrutar de su siesta y no tuve más remedio que pedirle perdón por mi atrevimiento.

6 COMENTARIOS

    • Curioso, Jordi, nosotros vimos un licaón solo y a la carrera, precisamente en el Kruger. Le hice una foto que no salió del todo mal. Luego la subo al Facebook para que la veas.

      Muchas gracias por tu aportación y un abrazo.

  1. Un buen lugar para ver el licaón es en la Reserva de Selous en Tanzania, aunque nosotros no logramos ver ninguno 🙁

    • Nosotros tuvimos la suerte de ver uno en el Kruger y hasta conseguí hacerle una foto y todo. La he subido al Facebook, por si quieres echarle un vistazo. En Selous no estuvimos, lamentablemente, cuando fuimos a Tanzania.

      Un abrazo.

  2. Qué ganas de bajar más allá de Marruecos y ver animales, debe ser emocionante tener esas leonas delante!

    • Yo he visitado algunos parques en Kenia, Tanzania y Sudáfrica y es una experiencia inigualable. Espero que algún día hagáis algún safari porque realmente es algo que se recuerda para toda la vida.

      Un abrazo.

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