Datado a finales del Neolítico o comienzos del Calcolítico, el menhir de Bulhoa, o menhir de Abelhoa, eleva sus cuatro metros de altura visible en la freguesia lusitana de Monsaraz. Pasó desapercibido hasta comienzos de la década de los setenta del siglo pasado, cuando yacía fracturado en dos partes sobre un terreno destinado a labores agrícolas. Su tramo inferior había sido, además, dedicado a servir como contrapeso en un lagar localizado en las inmediaciones, por lo que fue sometido a labores de reparación previas a su reerección. Como resultado, conserva una discontinuidad notoria entre ambos trozos, que no afecta en absoluto a su diseño fálico. Diversos grabados, representando los rayos de sol y varias figuras geométricas, lo decoran, aunque actualmente se encuentran muy difuminados por la acción de los elementos.