Tradicional villa pesquera, Essaouira ofrece aún imágenes que retrotraen a muchas décadas atrás, cuando su puerto era el más importante y de mayor actividad en Marruecos. Basta con acercarse al mar para vivir escenas casi olvidadas, impregnadas de aquel aroma artesanal que tenía el arte de la pesca en el pasado. Decenas de barquichuelas, pintadas de un azul vívido, se acumulan en el fondeadero deseosas de afrontar los embates del océano para llevar a sus propietarios a conseguir una buena captura. A la caída de la tarde retornarán satisfechas, colmadas de esas deseadas sardinas que rememoran aquellos tiempos en los que Essaouira fue colonia lusa.