Crédito: Ida y vuelta

Resulta enormemente complicado escribir algo de un lugar sobre el que se ha dicho casi todo, como lo es Roma. Una villa en torno a la cual se han vertido ríos y ríos de tinta a lo largo de más de dos milenios no puede pasar desapercibida y resulta muy difícil ser original, incluso encontrar calificativos que no se hayan repetido una y otra vez como un mantra en torno a ella. A pesar de que intenté en esta entrada transmitir alguna de las múltiples sensaciones que la ciudad eterna me ha causado en mis cuatro o cinco visitas, estoy convencido de que me falta algún intangible cuya carencia resulta deficitaria a la hora de intentar definir esta ciudad maravillosa.

En el fondo siempre he pensado que Roma no es una ciudad única, sino que sus facetas son tan diversas que la convierten en cierto punto en multidisciplinar. Nada tiene que ver la Roma que fundaron los romanos con la que artistas como Bernini o Michelangelo convirtieron en un prodigio artístico siglos más tarde. Pasear por los diferentes apartados de su fisonomía lleva al viajero curioso a descubrir numerosos matices insospechados, alejados por completo de las sensaciones que seguramente tuvo nada más descubrir la ciudad por vez primera.

Nunca tuve duda alguna de que la ciudad eterna cautiva a la inmensa mayoría de los afortunados que han dejado huella en cualquiera de sus recovecos. Como confirmación, valga este ejercicio. Diversos viajeros de muy diferentes características nos comentan cuáles son sus rincones favoritos en Roma. El resultado me ha parecido en todo punto sorprendente. Si os consideráis alguno de los millones de amantes de los que puede presumir la ciudad romana, no dejéis de mencionar vuestros lugares favoritos en los comentarios a esta entrada. Artistas, emperadores y dioses os lo agradecerán, nunca mejor dicho, eternamente.

Crédito: De perdidos al mundo

De perdidos al mundo: Zaragozana de nacimiento, argentina de corazón y cartagenera de adopción, Mafalda nos relata cuál es su rincón romano favorito. Aquí lo tenéis expresado en sus propias palabras. En el Monte Aventino, una de las siete colinas de Roma, se encuentra el Parque Savello, más conocido como el Jardín de los Naranjos. Para nosotros fue un gran descubrimiento, y uno de esos rincones desconocidos que se vuelven tu lugar favorito en una ciudad. Hay 3 motivos por los que este parque nos dejó enamorados:
1-La tranquilidad. El jardín está alejado del masivo turismo que rodea a las atracciones turísticas de la ciudad. Esto lo hace un lugar especial y encantador.
2- El precioso paseo de naranjos y pinos. Si cerramos los ojos todavía podemos sentir el olor a cítricos del lugar. Si los abrimos, todavía vemos el precioso paseo hasta el mirador del parque.
3- Las mejores vistas de la ciudad. Dejando atrás el precioso sendero de pinos y naranjos, llegamos a un mirador con unas vistas que no dejan indiferente a nadie.
Para nuestra próxima visita nos hemos prometido volver a este lugar al atardecer, que tiene que ser espectacular.

Crédito: El paso del hombre

El paso del hombre: Viajero y cinéfilo, Salvador nos lleva hasta una de las iglesias más interesantes de Roma, como no podía ser de otra manera si se tiene en cuenta que además es su catedral. La define así: San Juan de Letrán es la sede pontificia anterior al Vaticano y una de las cuatro basílicas romanas. En cuestiones de rango es la Iglesia más importante del mundo por encima de San Pedro. En el altar mayor solo el Papa puede oficiar misa. Para los amantes del arte es un lugar apasionante pues aunque puede dar la impresión de un pastiche de estilos artísticos, desde el siglo III hasta el siglo XIX todas las corrientes artísticas tienen su puesto en este templo-museo, que además alberga uno de los claustros más bonitos de toda Roma.

Crédito: Isaac Molina

Isaac Molina: Este viajero argentino, amante de la cultura y tradiciones hispanas, se decanta por este otro templo, fuertemente conectado a la tradición española. Acá lo describe: La Basilica di Santa Maria Maggiore es un lugar bárbaro para visitar en Roma. A la entrada, agarrando las escaleras a la derecha, se ubica una estatua del rey español Felipe IV, pues él fue un gran patrocinador de esta basílica y contribuía a su mantenimiento con una renta anual. Esta basílica, construida en el siglo V de Nuestra Era (tras observarse en Roma un milagro por la aparición de la Virgen María ante un matrimonio de romanos), está catalogada como una de las cuatro patriarcales que posee el Vaticano en Roma. Su interior es muy lindo, creedme brothers, con mosaicos representando la coronación de la Virgen María; el suelo es de mármol, y su campanario medieval, de 75 metros de altura, es el más alto de toda Roma. Dentro de su capilla Sixtina se ubica la tumba del Papa Pío V y la del Papa Clemente VIII, pero es la Capilla Paulina la más macanuda y luce el icono bizantino de Salus Populi Romanis, que es el protector de los romanos.

Crédito: Mil viatges

Mil viatges: Viajero macanudo, como lo describiría el compadre Isaac Molina, Jordi nos lleva hasta una plaza, una de las más atractivas de Roma. Dejemos que sea él quien nos la comente así. La Plaza de España de Roma no solo es una de las más bellas de la capital italiana sino que se ha convertido en una especie de teatro del siglo XX y XXI. En esta plaza, la monumental escalinata del siglo XIX hace las funciones de cávea y la plaza en sí, con la gloriosa Fontana della Barcaccia, obra de Pietro Bernini, de escenario. Sin embargo, en la Plaza de España no se representa función teatral alguna sino el mismísimo espectáculo de la vida. En ella, turistas, pero también romanos, pasean para ver y ser vistos, mientras los más jóvenes pasan la tarde en la escalinata disfrutando del más noble de los artes italianos: el dolce far niente. Algunos monumentos y edificios notables jalonan la plaza, como la Iglesia Trinità dei Monti, en lo alto de la escalinata, el Obelisco Salustiano, copia romana del obelisco Flaminio de Ramsés II o el Palacio Monaldeschi, que hace las funciones de Embajada Española ante la Santa Sede desde 1647.

Crédito: Jorge Sánchez

Jorge Sánchez: El viajero por excelencia, no solo a nivel hispano, sino mundial, nos ofrece dos de sus rincones favoritos en una ciudad que adora. El primero de ellos es la iglesia denominada MM. SS. Trinità Degli Spagnoli, que halló de forma fortuita tal y como detalla así. Me hallaba comprando sellos en la oficina de Correos de la Orden de Malta, al lado de la Via Condotti, cera de la Piazza di Spagna, y al salir advertí la iglesia de la Orden de los Trinitarios con su fachada exhibiendo una estatua de un ángel que libera a dos reos encadenados. Entré por curiosidad, pues su nombre, haciendo mención a los españoles, me atrajo. Un monje vino hacia mí y, tras las salutaciones, al indicarle que era español, me explicó que esa Orden, por medio del trinitario Juan Gil (de la ciudad de Arévalo, Ávila) había liberado a Miguel de Cervantes de su cautiverio en Argel. La iglesia databa del siglo XII, así como su monasterio, todavía activo. Su situación en la calle Condotti pasa desapercibida para el turista veloz. El interior de la iglesia no destacaba por su riqueza, ni observé ningún cuadro atribuido a algún pintor renombrado. Sin embargo, la atmósfera de recogimiento en su interior, la bondad del monje trinitario que me atendió y escuchar la historia de Miguel de Cervantes, me hicieron estremecer.

Crédito: Jorge Sánchez

Y no queda todo aquí. Enlazando con el Palacio Monaldeschi, situado en esa Plaza de España que describía Jordi, Jorge nos recomienda llegar hasta la embajada española ante la Santa Sede, la más antigua del mundo y que se encuentra situada en ese edificio. Allí pidió que le dejaran leer diarios españoles y así lo hicieron, con lo cual pudo apreciar el esplendor del palacio por dentro.

Crédito: Lowcosteros

Lowcosteros: Lucía y Manu nos descubren nada menos que el secreto mejor guardado de la ciudad eterna. Aunque tampoco se trata de dar demasiados datos, sino de descubrirlo por ti mismo como te animan así. El secreto de Roma es exactamente eso, un secreto. Es un secreto que sólo descubre aquel que viaja hasta esta ciudad y se dirige hacia la Piazza dei Cavalieri de Malta. Cuando llega, le llama la atención una gran cola de personas esperando en una puerta. Desconcertado, se da cuenta de que todos esperan para mirar lo que esconde una diminuta cerradura. No sabe qué es pero al ver la cara de emoción y asombro con la que la gente se despega de aquella puerta no le queda más remedio que esperar y, como todos, asombrarse durante 10 segundos. 10 segundos que quedan grabados en sus retinas para siempre. No vamos a desvelar qué es lo que se ve tras esa cerradura pero estamos seguros de que os va a dejar enamorados. Y, sobre todo, os proponemos no buscar ninguna foto para dejaros sorprender por la realidad. ¿Queréis conocer el Secreto de Roma? Recordad, no se lo contéis a nadie. Es un secreto…

Crédito: Turisteando el mundo

Turisteando el mundo: De todos es sabido que la capital italiana no solo destaca por sus monumentos sino también por su gastronomía. Pilar y Paco se centran en el aspecto concreto del café y los cafés, y nos recomiendan éste. Hay tantos lugares en Roma maravillosos, «uno y pico en cada esquina», que resulta difícil, muy difícil elegir. Pero nos hemos decantado por un Monumento al Café, un monumento al sabor y es el Sant Eustachio Caffé, ubicado en la Piazza del mismo nombre, en el número 82, frente al Senado de la República Italiana; entre el Panteón y la Piazza Navona. Ya veis un café muy, muy céntrico poco o muy poco mencionado en las guías de viaje y sin embargo un santuario para los romanos amantes del buen café y de sus derivados. El nacimiento de este café fue en 1938 y no como café sino como tostadero de café. Hoy conserva casi todos los elementos de su fundación, dándole al lugar un marcado carácter de época. A cualquier hora que vayáis al local estará lleno a rebosar, pero no hay problema porque son muy diligentes sirviendo. Cuentan con unas cuantas mesas en la calle, cubiertas con sus manteles rojos, siempre ocupadas pero con paciencia se puede conseguir alguna silla y disfrutar del café y del ambiente de la Plaza. Además contemplaréis la Basílica de Sant Eustachio muy relacionada con la Universidad de la Sapienza, porque aquí se entregaron durante años las graduaciones de doctores a los universitarios. Si os gusta el café, pero además os gusta el café al más puro estilo italiano, sin lugar a dudas este es vuestro lugar, que no es el más antiguo ni el más lujoso pero sí uno de los más cuidadosos con la mezcla de sus cafés para conseguir el mejor sabor de Roma. Lo mejor de todo con unos precios muy normales. Pero como los tiempos evolucionan y hay que aumentar el mercado, venden además de paquetes de café, toda una serie de delicatesen relacionadas con el café: caramelos, tartas, chocolates y hasta cafeteras italianas. Buen provecho os desean Pilar y Paco viajeros en el Sant Eustachio il caffé de Roma.

Crédito: A un clic de la aventura

A un clic de la aventura: Mar se quedó con la boca abierta cuando vio el Panteón y nos cuenta el porqué de forma muy detallada. Si ya a Miguel Ángel le impresionó el Panteón cuando lo vio por primera vez, como no me iba a dejar a mí con la boca abierta, es uno de los edificios que más me han gustado de los que he conocido. De él dijo Miguel Ángel que tenía «un diseño angélico y no humano», ya que su cúpula sorprende por su enorme tamaño, que parece más grande por dentro que por fuera. Tiene un «óculo» o abertura central que deja pasar la luz del sol (es su único sistema de iluminación), así como la lluvia que desaparece por unos pequeños agujeros en el pavimento y es todo un espectáculo. El Panteón de Agripa que conocemos hoy en día no es el original de Agripa, ya que fue destruido por un incendio en el año 80 d.C., Domiciano lo reconstruyó, pero fue devastado por otro incendio en el 110 d.C. Comenzó su reconstrucción en época de Trajano, pero el que lo finalizó fue Adriano, que era muy modesto y no dejaba su nombre en los edificios que mandaba construir, por lo que la inscripción que aún se conserva es la original de Agripa. Me pareció muy curioso el contraste que produce la mole maciza que parece desde fuera con la delicadeza de su interior. Es un edificio que pretendía reproducir la idea que tenían los romanos del universo y el movimiento celeste. Su nave con cimientos de planta cuadrada, se transforma en un octógono inscrito en una circunferencia. El círculo es el símbolo del cielo, por eso la cúpula representa la bóveda celeste. Hay cinco niveles en el artesonado de la cubierta que representan las cinco esferas concéntricas del sistema planetario de los romanos. La abertura central representa al sol durante el día y la luna durante la noche. El cuadrado es el símbolo de la tierra y a través del octógono se logra la cuadratura del círculo, la unión del espíritu y la materia. Este edificio representa toda una lección de cosmología y arquitectura romanas. Su cúpula no fue superada en dimensiones hasta el Renacimiento, pero hubo que esperar bastantes años más para encontrar una tan perfecta. Cuando el Papa Bonifacio IV lo convirtió en una iglesia, fue el primer templo pagano convertido al culto cristiano, por esta razón es el único edificio de la Antigua Roma que ha permanecido intacto y en uso ininterrumpido.

Crédito: Ida y vuelta

Ida y vuelta: Y para terminar con esta primera entrega, Cristina cruza el Tíber y nos describe uno de sus rincones romanos favoritos. Uno de mis rincones favoritos en Roma es sin duda la pequeña plaza de Santa María in Trastevere. Me gusta porque de repente parece que uno se ha trasladado a una ciudad recoleta y accesible y se olvida de la gran capital que es Roma. En el centro de la piazza se sitúa la fuente barroca de Carlo Fontana que siempre está rodeada de gente al atardecer. Al lado la preciosa basílica de Santa María, de origen paleocristiano, brilla con sus mosaicos de la fachada que datan del siglo XII y muestran a la Virgen amamantando al Niño y a 10 mujeres con lámparas. El interior es pura exuberancia de mosaicos medievales, suelo barroco y tumbas. Una joya más escondida que las más conocidas de Roma y que bien merece un paseo, si puede ser al atardecer.