MunDandy

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Tanzania

Sabana tamaño XL

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Entre las múltiples imágenes que caracterizan el continente africano, una de las más reconocibles es la de la interminable llanura a la que se conoce como Serengeti. Precisamente, su denominación proviene de tal condición, puesto que el término que la representa está basado en la palabra masai siringet, que se traduce más o menos como el lugar donde la tierra corre por siempre. No exageran demasiado los masai cuando realizan tal afirmación. Cuando atraviesas el destartalado portal que te da la bienvenida al Serengeti, una sucesión de pastizales sin fin parece extenderse hasta el infinito y más allá. A quienes desconozcan la peculiar idiosincrasia de este territorio puede parecerles decepcionante; a mí me supo a gloria celestial.

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Compuesta fundamentalmente por herbazales, arbustos y árboles dispersos, generalmente acacias, la sabana es un ecosistema que alcanza su máxima expresión en el Serengeti. En general, presenta un clima que se caracteriza por la existencia de dos estaciones bien diferenciadas: una seca y la otra lluviosa, repartiéndose a partes casi iguales los doce meses del año. A pesar de ser predominante, la sabana comparte los cerca de quince mil kilómetros cuadrados de superficie del parque con otros ecosistemas, entre los que hay que mencionar los bosques de ribera, llanuras herbáceas y algunos humedales. En este vasto territorio existe hasta un volcán, llamado Ol Doinyo Lengai, que se traduce como montaña de Dios, y algunos ríos, entre los que sobresale el Mara, que da nombre a la vecina reserva de Masai Mara, ya en territorio keniata. Especial mención merecen unas estructuras graníticas conocidas como kopjes, que se encuentran dispersas por todo el parque.

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En contra de lo que podría pensarse, los mencionados kopjes son un excelente lugar para observar diferentes tipos de animales. Numerosos tipos de plantas crecen en sus proximidades y ello atrae a muchas especies animales, que también utilizan las rocas como protección. La abundancia de fauna resulta muy atractiva para los leones, el felino más simbólico de África en general y el Serengeti en particular. Tanzania es el país con un mayor número de leones en estado salvaje del mundo y el Serengeti es el lugar que presenta una mayor concentración de individuos de la especie, con más de tres mil representantes. Este hecho se pone de manifiesto en sitios como Masai Kopjes, donde habitan los miembros de la familia masai, que utilizan una zona pantanosa situada en las inmediaciones como territorio de caza.

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A pesar de su relevancia, no es el león el mamífero más numeroso en el Serengeti. Esa condición corresponde al ñu, de quien se calculan en aproximadamente un millón setecientos mil sus ejemplares. Cada mes de mayo la mayor parte de ellos inician una migración que los lleva, en sentido de las agujas del reloj, hasta la reserva de Masai Mara, donde la hierba es más abundante en esa época. Los acompañan unas doscientas cincuenta mil cebras y casi medio millón de gacelas. El mes de noviembre comienza el recorrido a la inversa. Para hacerse una idea de la épica de este éxodo basta con imaginar que un cuarto de millón de ñus mueren anualmente en cada trayecto, bien de hambre, sed, agotamiento o atacados por los depredadores. Además de los mencionados, en el parque habitan unos ochenta mil búfalos, un número similar de impalas, unas siete mil hienas, aproximadamente cinco mil elefantes, un millar de leopardos y setecientos u ochocientos guepardos. La población de licaones ha decrecido mucho debido a una epidemia y de los cerca de mil rinocerontes negros que había a finales del siglo XX tan solo quedan una veintena en la actualidad, fundamentalmente como resultado de la caza furtiva.

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Precisamente la caza furtiva es uno de los principales riesgos que se ciernen sobre el futuro del Serengeti, aunque no es el único. Se calculan en unos doscientos mil los animales muertos cada año a manos de los furtivos, que ponen especial énfasis en los grandes mamíferos como rinocerontes y elefantes. La deforestación en el adyacente bosque Mau ha supuesto una pérdida de caudal en el río Mara, principal irrigador del parque. Diversas especies de plantas invasoras están afectando a parte del territorio. La densidad de población humana en su entorno se ha incrementado, con el consiguiente aprovechamiento del terreno para la agricultura y la ganadería. Por último, la llegada masiva de turistas experimentada desde hace unas décadas también supone un problema, a pesar del parón sufrido durante los dos últimos años como consecuencia de la pandemia causada por el coronavirus. Confiemos en que todas estas amenazas lleguen a solventarse algún día y la tierra siga corriendo por siempre en el Serengeti.

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