Comúnmente consideradas un doble mausoleo, las tumbas saadíes son en realidad un cementerio, puesto que cerca de sesenta personas están allí enterradas. Bastantes más, incluso, si se les añaden las que fueron inhumadas en los jardines que conectan las dos edificaciones con las que cuenta el recinto. En la primera de éstas se distinguen tres salas, entre las que destaca por su belleza la central, cuyas doce columnas de mármol de Carrara sostienen una cúpula de madera decorada en estuco. En ella se encuentra la tumba del monarca Ahmad al-Mansour, sultán saadí que gobernó la región a finales del siglo XVI. El segundo edificio fue encargado por el propio al-Mansour con el fin de albergar los restos de su madre. También fueron sepultados en ellos otros de sus familiares, así como varios dirigentes posteriores y parte de sus familias, mientras que en los jardines adyacentes se enterraron los cuerpos de algunos de sus sirvientes y soldados. La necrópolis dejó de ser utilizada hacia el siglo XVIII y no fue recuperada hasta la segunda década del siglo XX, cuando fue redescubierta por casualidad y restaurada posteriormente.
