Festividad de origen prerromano, el comienzo del mes de mayo marcaba posiblemente el inicio de la trashumancia, cuando el ganado era trasladado hacia zonas más húmedas con abundancia de pastos. Las celebraciones relacionadas con este evento eran seguramente múltiples y hacían hincapié en el estrecho contacto del ser humano con la naturaleza circundante. Con la llegada del cristianismo, en muchos lugares se introdujo la simbología de la cruz para asimilarlas. Pero otras siguieron un camino diferente, bien festejando mediante bailes alrededor de un tronco en la plaza del pueblo, bien mediante canciones tradicionales que se cantan a las mozas en estas fechas. En el oeste de Extremadura la tradición devino en la colocación de muñecos rellenos de paja, que se sitúan en las calles para denunciar ciertas situaciones en tono satírico. La población de Valencia de Alcántara sigue manteniendo el hábito cada primero de mayo, cuando monigotes de trapo aparecen en la localidad aludiendo a situaciones acaecidas durante el año transcurrido. Algunos de los anteriormente expuestos pueden verse tanto en el Museo Etnográfico como en el Centro de Interpretación local.