Podríais alegar que ya no hay bosques hechizados y estaríais en lo cierto. Que en la triste, aburrida y tecnológica sociedad actual, donde impera un realismo apabullante, los sueños hace mucho que pasaron al limbo y tendríais más razón que un santo. Que cualquier atisbo de encanto se ha perdido incluso en la naturaleza más virgen y no podría poneros un pero. Que ya no quedan territorios desconocidos por descubrir, tesoros ocultos por sacar a la luz, sitios ignotos por explorar y estaría de acuerdo con vosotros. Considero, sin embargo, que aún existen lugares poco afectados por el pernicioso efecto del ser humano, donde la naturaleza explota y es todavía capaz de mostrarse en todo su esplendor. Y me atrevo a afirmar que buena parte de ellos están asociados a un bosque.
Pero ¿qué es un bosque? Retornando a mi habitual talante forrestgumpiano me atrevo a afirmar que un bosque es un conjunto de árboles. Ni más ni menos. Abundantes sobre la faz de la Tierra en épocas pasadas, han ido perdiendo protagonismo a medida que el ser humano y su, en cierto modo, equivocado concepto de civilización han ido imponiendo su ley. Aunque las superficies boscosas más extensas se encuentran en la Amazonía y África Central, los países con mayor porcentaje de bosques en su territorio actualmente son Finlandia, Papúa Nueva Guinea, Laos, Brunéi, Gabón, Guyana y Surinam. Ante la deforestación galopante que vivimos, todos ellos constituyen un ejemplo preclaro de que todavía hay un cierto resquicio de esperanza.
Sin más preámbulos, aquí tenéis una docena de bosques que, si bien no han llegado a cautivarme por completo, al menos han conseguido hechizarme con su indudable encanto.
Hayedo de Montejo (Municipio de Montejo de la Sierra, España): Considerado uno de los hayedos más meridionales del mundo, el de Montejo se localiza en la madrileña Sierra del Rincón. Tiene una superficie de dos kilómetros cuadrados y medio y alberga ejemplares de más de veinte metros de altura y cerca de trescientos años de vida. Obviamente, la especie predominante en su interior es el haya, pero también contiene abedules, acebos y robles, entre otras especies.
Peradayan Forest Reserve (Distrito de Temburong, Brunéi): Para dar un paseo por este bosque hay que llegar hasta la isla de Borneo, concretamente hasta el estado de Brunéi. En este país la deforestación está prohibida, por lo que la mayor parte de su superficie está cubierta por un denso bosque lluvioso. La Reserva Forestal de Peradayan tiene una superficie de unos diez kilómetros cuadrados, en los que viven numerosos endemismos, como algunas especies del género Shorea.
Bosque de baobabs (Región de Thiès, Senegal): Si me permitís volver a las andadas os diré que este bosque es más bien un conjunto de baobabs. Ello se debe a la nula sensación de espesura que se observa en su entorno, hecho debido al espacio que necesitan estos árboles para desarrollarse y que, en mi opinión, no le resta un ápice de interés. El baobab es el árbol más representativo de Senegal y algunos de los ejemplares que pueden verse en este lugar superan con creces el centenar de años de vida.
Gasht Rodkan (Provincia de Gilan, Irán): Se denominan bosques hircanos a los que se extienden a lo largo de la orilla meridional del Mar Caspio, en los estados de Azerbaiyán e Irán. Entre las especies que albergan predomina el haya, a la que pertenecen aproximadamente un tercio de los ejemplares arbóreos que los habitan. En las inmediaciones de la localidad iraní de Masouleh se halla el denominado Gasht Rodkan, que cubre de espesa vegetación parte de la vertiente norte de los Montes Elburz.
Bosque de los Tilos (Municipio de San Andrés y Sauces, España): Uno de los múltiples tesoros que esconde la maravillosa isla de La Palma, el bosque de Los Tilos es un lugar al que resulta difícil no rendirse. Laureles, viñátigos, barbuzanos y esos tiles que le dan nombre se disputan un reducido espacio que concentra uno de los principales reductos de laurisilva en el mundo. Debo admitir que me hechizó por completo.
Uafato (Distrito de Va’a-o-Fonoti, Samoa): Merece la pena llegar hasta las antípodas para descubrir este increíble lugar. La denominada Zona de Conservación de Uafato es el bosque lluvioso más extenso y mejor conservado en el Pacífico Sur, extendiéndose por un territorio aproximado de trece kilómetros cuadrados al este de la bellísima isla de Upolu. Entre sus habitantes sobresale el localmente denominado ifilele, árbol que puede llegar a superar los cincuenta metros de altura.
Bosques de Cozia (Distrito de Vâlcea, Rumanía): Hayedos como los denominados Masivul Cozia y Lotrişor forman parte del Parque Nacional de Cozia, espacio protegido en la parte central de Rumanía. Gigantescas hayas de hasta cincuenta metros de altura y un diámetro superior a los dos metros en su tronco pueden apreciarse en un área de unos treinta y cinco kilómetros cuadrados, desplegados en un entorno fundamentalmente montañoso.
Mount Wynne (Parroquia de Saint Patrick, San Vicente y las Granadinas): Plantación abandonada una vez que dejó de ser rentable, en Mount Wynne la naturaleza ha seguido su curso en un entorno próximo al Mar Caribe. Los cocoteros allí sembrados para la producción de copra se han ido multiplicando con el tiempo, creando un bosque que no destaca por sus dimensiones pero sí lo hace por su espectacular imagen.
El Yunque (Municipio de Río Grande, Puerto Rico): Sin abandonar el Caribe, nos desplazamos hasta el noreste de la isla de Puerto Rico. Allí, en la formación montañosa conocida como Sierra de Luquillo, se encuentra un extenso bosque lluvioso denominado El Yunque. Lugar de abundante pluviosidad, cuenta con unas doscientas cincuenta especies de árboles y destaca por su alto número de endemismos. Un auténtico tesoro que conviene preservar.
Colo-i-Suva (Provincia de Naitasiri, Fiji): Otro lugar destacable por su biodiversidad en el Pacífico Sur es el bosque lluvioso conocido como Colo-i-Suva. Oasis de verdor en la bastante deforestada isla fijiana de Viti Levu, tiene una superficie de dos kilómetros cuadrados y medio. Destaca por su abundante pluviosidad y junto a la vegetación nativa pueden verse varios ejemplares de caoba, traídos desde África a mediados del siglo XX.
Palmeral de Elche (Elche, España): Seguro que os sorprende ver este palmeral en una lista de bosques destacados, pero hay muchas razones para ello. Casi tantas como las cerca de trescientas mil palmeras que se suceden por los cinco kilómetros cuadrados que ocupan los innumerables huertos urbanos que las albergan. Contiene ejemplares de unos trescientos años de antigüedad y de su importancia da fe el hecho de haber sido declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, algo de lo que pocos bosques pueden presumir.
Vallée de Mai (Seychelles): También declarado Patrimonio Mundial, el inigualable Vallée de Mai ocupa el centro de la diminuta isla de Praslin, en el estado africano de Seychelles. Apenas cinco mil árboles viven en un reducido espacio equivalente a la quinta parte de un kilómetro cuadrado. ¿Cuál es su valor entonces? Pues que las seis especies de palmeras endémicas de estas paradisiacas islas pueden verse aquí. Entre ellas la que da origen al famoso coco de mar, la semilla más grande y legendaria que existe en el Planeta Tierra.
