Aunque Europa sea el segundo continente más pequeño del mundo, tras Oceanía, y sea también el más antiguo de ellos geológicamente hablando, mantiene numerosos espacios naturales de interés. Teniendo en cuenta que su territorio está considerablemente aplanado debido a la erosión, con lo que su altitud media es de apenas doscientos treinta metros, sorprende un tanto el hecho de que la naturaleza se manifieste aquí en todo su esplendor, llegando a ofrecer al visitante lugares sin parangón, difíciles de encontrar incluso en terrenos considerablemente más juveniles.

En este nuevo reto viajero con mis colegas Jordi y Dani tratamos de descubrir los espacios naturales que más impactantes nos han resultado en el continente europeo. Y debo decir que no ha resultado un ejercicio sencillo, debido a la enorme diversidad de paisajes de los que dispone el viejo continente. A la manera habitual, he intentado diversificar un poco, tanto geográficamente como morfológicamente, en el seguramente vano intento de evitar repetir lugares similares. En mi opinión el resultado es una lista interesante, repleta de sitios que no decepcionarían al viajero interesado en el contacto con la naturaleza. No por casualidad bastantes de los espacios recogidos en esta lista se solapan con los mencionados en esta otra, aunque Europa da tanto de sí que siempre existe la posibilidad de introducir novedades como las que aquí aparecen.

¿Echáis de menos algún espacio natural europeo en esta lista? Si es así, os agradecería que lo mencionarais en los comentarios a esta entrada.

Monte Cervino (Suiza): Para muchos, entre los que me incluyo, el monte Cervino, o Matterhorn en su denominación germana, es la montaña más hermosa del mundo. Muestra una atractiva y casi perfecta forma de pirámide, cuyas caras apuntan a los puntos cardinales, y con sus casi cuatro mil quinientos metros de altura es la quinta cima más elevada de los Alpes. Se trata también de una de las últimas montañas alpinas en ser escaladas, lo que da idea de su dificultad técnica.

Vatnajökull (Islandia): Con una superficie similar a la de la provincia de Málaga, el glaciar Vatnajökull concentra el mayor volumen de hielo que existe en Europa. Su espesor supera los mil metros en algunos puntos y supone unos cuatrocientos metros aproximadamente en término medio. En su interior existen diversos volcanes, alguno de los cuales entra en erupción de cuando en cuando.

Lago Bled (Eslovenia): A pesar de su escaso kilómetro y medio cuadrado de superficie, el lago Bled ofrece numerosos atractivos al visitante. Situado en un entorno boscoso y vigilado por las cumbres de los Alpes Julianos, alberga en su interior una pintoresca isla que incluye una iglesia del siglo XV. Sus aguas habitualmente tranquilas son muy apreciadas para la práctica de deportes como el remo o el piragüismo.

Garajonay (España): Ocupando la parte central de La Gomera, el Parque Nacional de Garajonay supone alrededor del diez por ciento de la superficie de la isla. Destaca por ser uno de los pocos reductos que quedan de laurisilva, bosque húmedo de diversas especies de hoja perenne que en el Terciario cubría la mayor parte del territorio europeo.

Poiana Braşov (Rumanía): Aunque sea muy popular en Rumanía por su estación de esquí, Poiana Braşov destaca también por su atractivo natural. Se trata de un valle situado a más de mil metros de altitud y rodeado por cuatro montañas que se encuentran entre las más elevadas de los Cárpatos meridionales. Sus laderas suelen estar cubiertas por los bosques de coníferas habituales en la zona.

Sognefjord (Noruega): Situado al suroeste de Noruega, el fiordo de Sogn tiene una longitud de doscientos cuatro kilómetros desde su inicio hasta su desembocadura, lo que lo convierte en el segundo más largo del mundo. Su profundidad supera los mil trescientos metros en algunos tramos, ofreciendo imágenes que suelen dejar boquiabierto al viajero, en especial en una de sus ramas iniciales denominada Nærøyfjord.

Lago de Hallstatt (Austria): De aspecto típicamente alpino, el lago de Hallstatt ocupa una superficie de aproximadamente ocho kilómetros y medio. Se localiza en la región austriaca del Salzkammergut y su principal tributario es el río Traun, afluente del Danubio. En su orilla se sitúa la población homónima, cuya imagen pintoresca forma una simbiosis perfecta con la de las tranquilas aguas del lago.

Acantilados de Moher (Irlanda): Localizados al oeste de la isla esmeralda, los acantilados de Moher se extienden a lo largo de varios kilómetros por la costa irlandesa, llegando a superar los doscientos metros de altura en algún punto. Constituyen una de las imágenes más características del país y suponen un refugio para numerosos ejemplares de una veintena de especies diferentes de aves, entre las que destaca el frailecillo.

Ordesa y Monte Perdido (España): La cordillera pirenaica guarda numerosos espacios naturales de excepción. Uno de los más relevantes es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, situado al norte de la provincia española de Huesca. Dominado por la silueta del Monte Perdido, cuya cumbre supera los tres mil trescientos metros de altura, ofrece al visitante espectaculares vistas en sus diversos circos glaciares, valles y gargantas, sin olvidar los bosques de pinos, abetos y hayas en sus zonas más bajas.

Madeira (Portugal): Pequeña isla de origen volcánico, Madeira garantiza a aquellos que la visitan paisajes que quitan el hipo. Su territorio es abrupto, con espectaculares montañas que en algunos casos se acercan a los dos mil metros y profundos valles que parecen cortados con un hacha. Las costas presentan acantilados imponentes y prácticamente no existen playas naturales, por lo que no resulta un buen destino para quienes gusten de disfrutar su tiempo tumbados al sol.

Géiseres de Haukadalur (Islandia): El valle de Haukadalur puede presumir de numerosos géiseres, fenómeno tan atractivo como poco frecuente en el Planeta Tierra. El más conocido de todos ellos es Geysir, que fue quien dio origen al término con el que esta especie de explosión de júbilo de la naturaleza es denominada en casi todo el mundo. Aunque se prodiga poco y a veces está en estado latente incluso durante años, sus erupciones han llegado en ocasiones a superar los ciento veinte metros de altura.

Bocas de Kotor (Montenegro): Protegido por las enormes moles de los montes Lovćen y Orjen, el fiordo de Kotor discurre por aproximadamente treinta kilómetros entre su inicio y su desembocadura. Resulta bastante angosto en algunas zonas, especialmente en el estrecho de Verige donde su anchura es de apenas trescientos metros. Tiempo atrás discurría por ella el río Bokelj, que desapareció debido a fenómenos kársticos.

Montes Tatra (Polonia): Cordillera que actúa como separación entre los estados de Eslovaquia y Polonia, los montes Tatra constituyen el sector más septentrional de los Cárpatos. Albergan también las cimas más elevadas de estas montañas, que llegan a sobrepasar los dos mil seiscientos metros en la parte eslovaca. Sus laderas están cubiertas mayoritariamente de bosque caducifolio, donde habitan especies tan emblemáticas como el lince boreal o el oso pardo.

Cueva de Postojna (Eslovenia): Posiblemente no sea la más valiosa para los científicos ni la que muestra mejores ejemplos de estalactitas y estalagmitas, pero no cabe duda de que la cueva de Postojna es una de las grutas subterráneas más grandiosas de Europa. Excavada por el río Pivka, que circula bajo tierra en parte de su recorrido, mide al menos veinticuatro kilómetros de longitud y es posible que no haya sido explorada en su totalidad. Mantiene también un interesante ecosistema en su interior, en el que destaca una extraña criatura denominada proteo.

Nigardsbreen (Noruega): No tan espectacular como el anteriormente mencionado Vatnajökull, el glaciar Nigardsbreen es sin embargo mucho más accesible y no le desmerece en belleza. Destaca la tonalidad azulada del hielo y las cuevas que se forman en su interior, algunas con pequeñas lagunas glaciares incluidas, debidas a su lento avance. Cuenta con unos cincuenta kilómetros cuadrados de superficie y está situado a una altura de apenas trescientos metros.

Lago Ohrid: Considerado uno de los más antiguos de Europa, el lago Ohrid alcanza una profundidad de casi trescientos metros en algunos puntos. Tiene una superficie de unos trescientos sesenta kilómetros cuadrados y destaca también por los aproximadamente doscientos endemismos que alberga. Situado en la frontera entre Macedonia del Norte y Albania, ofrece al visitante imágenes de una gran belleza escénica.

Dettifoss (Islandia): Resulta muy complicado elegir una sola cascada en Europa porque existen numerosas de insuperable valor estético, aunque quizás menos grandiosas que las que se pueden encontrar en otros continentes. Quizás la más espectacular sea Dettifoss, localizada al noreste de Islandia y cuyo caudal, en periodo de deshielo, llega a los quinientos metros cúbicos por segundo, algo inaudito en todo el territorio europeo.

Monte Parnaso (Grecia): Algo tendrá esta montaña cuando, de acuerdo con la mitología griega, era la morada de las musas. Y doy fe que ningún viajero que llegue hasta ella se sentirá defraudado ante su espectacular belleza. Con casi dos mil quinientos metros de altura constituye una de las elevaciones más importantes de Grecia y también una de las que mejores vistas ofrece en todo el país heleno. Sus laderas están en su mayoría cubiertas por bosques de abetos y entre sus habitantes aún es posible encontrar algún que otro lobo.

Sierra de San Pedro (España): En mi tierra hay un dicho según el cual mientras unos cardan la lana, otros se llevan la fama. En cuanto al bosque mediterráneo y los espacios adehesados en territorio español la fama se la llevan lugares como los parques nacionales de Monfragüe y Cabañeros. Pero en mi opinión quien carda la lana en este aspecto no es otra que la Sierra de San Pedro, territorio situado al oeste de Extremadura de enorme valor ecológico y último reducto de especies tan amenazadas como el águila imperial ibérica.

Lagos de Plitvice (Croacia): Y terminamos con el espacio natural, siempre en mi opinión, más emblemático de todo el continente europeo. El denominado Parque Nacional de los Lagos de Plitvice viene a ser, a grandes rasgos, un compendio de parte del resto a escala reducida. Comprende cerca de una veintena de lagos interconectados entre sí por incontables cascadas y donde la vegetación, en su mayor parte compuesta por bosques de hayas, está siempre presente. Un lugar cuya belleza no deja indiferente a nadie.

Podéis ver los veinte espacios naturales elegidos por Jordi aquí y los elegidos por Dani aquí.