Al contrario de lo que suele pensarse, en Irán existe cierta libertad de culto. Quizás el mejor ejemplo de ello sea el barrio armenio de Isfahán, donde más de diez mil cristianos no tienen problema alguno en poner en práctica sus creencias. Establecido en la primera mitad del siglo XVII a raíz de un edicto del shah Abbas I, este lugar es conocido como Nueva Jolfa debido a que unos ciento cincuenta mil armenios procedentes de la ciudad de Jolfa fueron trasladados allí entonces. Sus descendientes mantienen sus costumbres, lenguaje y cultura, aunque tienen que seguir las normas iraníes en su vestimenta. Alrededor de dieciséis iglesias dedicadas al culto apostólico armenio existen en este lugar, destacando entre ellas la catedral de San Salvador, fundada por los deportados de Jolfa a comienzos del siglo XVII.