Se denominan vías pecuarias a las diversas rutas de trashumancia utilizadas para llevar el ganado, generalmente ovino o caprino, en busca de los mejores pastos, dependiendo de las condiciones climáticas. En general, los rebaños eran desplazados de sur a norte en verano y de norte a sur en invierno. Para ello, los pastores contaban con la ayuda de perros adiestrados en las labores del pastoreo con el fin de conducir a los animales hasta su destino final. Dependiendo de su anchura, las vías pecuarias se dividen en cañadas, cordeles, veredas y coladas. En España suponen un total aproximado de ciento veinticinco mil kilómetros, casi diez veces más que la red ferroviaria. Fue Alfonso X el Sabio quien, mediante un edicto, definió las denominadas Cañadas Reales para que fueran utilizadas por los ganaderos de la Mesta, organización creada al mismo tiempo. Estas cañadas debían tener un trayecto superior a los quinientos kilómetros y una anchura de noventa varas castellanas, un poco más de setenta metros. Entre las diez de mayor recorrido se encuentran la Cañada Real Soriana Oriental, que con unos ochocientos kilómetros une las provincias de Soria y Sevilla y es la más larga de todas ellas; la Cañada Real Galiana, que discurre entre las provincias de La Rioja y Ciudad Real, cruzando el municipio de Madrid; la Cañada Real Conquense, que parte de la provincia de Cuenca y se subdivide en dos ramas, una de las cuales llega hasta la provincia de Jaén y la otra termina en la provincia de Murcia, junto a la pedanía de Torreagüera; y la Cañada Real Burgalesa, con inicio en el lado burgalés de la sierra de la Demanda y final en el municipio cacereño de Valencia de Alcántara, ya en las inmediaciones de la frontera con Portugal.