MunDandy

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Rumanía

Deliciosamente interminable

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Constantin Brâncuși fue un escultor que logró una merecida fama en los ambientes artísticos de la primera mitad del siglo XX, especialmente en lo que a los franceses se refiere. Nacido a finales del siglo XIX en la Rumanía rural, tuvo que desempeñarse en su infancia como pastor y aprender a leer y escribir por sus propios medios. Sin embargo, sus enormes ansias de conocimiento lo llevaron hasta la Escuela de Arte y Oficios de Craiova, donde estudió con la ayuda económica de un filántropo. Continuó su formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Bucarest y a comienzos del siglo XX se mudó a París para completar sus estudios artísticos. Allí vivió el resto de su vida, salvo cortos periodos de tiempo que pasó en Estados Unidos, e incluso adquirió la nacionalidad francesa, pero nunca renunció a sus raíces rumanas.

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Patriota convencido, Brâncuși no dudó en aceptar el encargo que le hicieron desde la denominada Liga Nacional de las Mujeres de Gorj en la década de los treinta del siglo XX. Se trataba de homenajear a los combatientes rumanos en la Primera Guerra Mundial, especialmente a aquellos que habían dado su vida durante la defensa de Târgu Jiu en 1916. Entre ellos se encontraba Ecaterina Teodoroiu, heroína local que se incorporó al frente y luchó en defensa de la población tras la muerte de uno de sus hermanos en la contienda. Ella sufrió el mismo final pocos meses más tarde, cuando tan solo tenía veintiún años y recibió un disparo que puso término a sus días en la localidad de Muncelu.

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La Târgu Jiu de los años treinta del siglo XX era una ciudad anodina cuando Brâncuși puso manos a la obra. Apenas la iglesia ortodoxa de los Santos Arcángeles, la Casa Consistorial, la Prefectura de la provincia de Gorj y la Escuela Tudor Vladimirescu, así denominada en honor al revolucionario homónimo, sobresalían en un conjunto de edificaciones sin alma. El escultor decidió vertebrar la localidad siguiendo el modelo de ese eje histórico parisino que le resultaba tan familiar. Así surgió Calea Eroilor, literalmente Avenida de los Héroes, hasta entonces una calle sin historia para la que Brâncuși se dispuso a realizar tres magistrales esculturas. Adicionalmente, se decidió construir una iglesia ortodoxa dedicada a los Apóstoles Pedro y Pablo, que serviría como enlace entre ellas.

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Calea Eroilor parte del centro histórico de Târgu Jiu y se prolonga aproximadamente un kilómetro y medio hacia el este. Al inicio de su recorrido Brâncuși instaló la llamada Masa tăcerii, denominación que se traduce como La mesa del silencio, escultura realizada en piedra de Banpotoc que representa una mesa de forma circular rodeada por doce asientos también circulares. Con ella, su autor quiso simbolizar el momento anterior a la batalla, aunque algunos autores sostienen que se trata de una versión idealizada de La última cena, con las sillas ejerciendo el papel de apóstoles y la mesa el de Jesucristo.

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Unos centenares de metros más abajo, con el camino flanqueado por algunos bancos de piedra también fruto del genial escultor, se vislumbra Poarta sărutului, cuyo significado literal es La puerta del beso. Así llamada debido a sendos motivos grabados en sus pilares, representa la transición a la otra vida. Pero hay que llegar hasta el final de Calea Eroilor para apreciar la que pronto se convirtió en la obra más icónica de Brâncuși. Coloana fără sfârșit, que significa Columna sin fin, es una escultura de cerca de treinta metros cuyo diseño está inspirado en las columnas funerarias de Valaquia. Con ella, su autor quiso alegorizar el infinito sacrificio de los soldados rumanos que dieron su vida por la patria. Jamás un homenaje tuvo tanto sentido.

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