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Argelia

Djémila (por Alberto Campa)

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Nada más llegar a la pequeña ciudad de Djémila y asomarse a ver las ruinas de la antigua ciudad romana llamada también Cuicul, destaca sobre todo el conjunto arqueológico el Arco de Caracalla, construido en el siglo III en honor al emperador del mismo nombre y muy conocido por sus famosas termas ubicadas en Roma. Este gran y esbelto arco del triunfo, no hacia más que rendir homenaje a quien gobernó en uno de los períodos de máximo apogeo y extensión del Imperio romano.

En este viaje por Argelia, mi intención es ver las actuales tres mayores ciudades del país que son Argel, Constantina y Orán, así como también las tres antiguas ciudades romanas, de las cuales hoy sólo quedan sus importantes ruinas declaradas todas ellas Patrimonio Mundial por la UNESCO. Esas tres ciudades eran Tipasa, Timgad y por la que hoy comienzo, la fantásticamente ubicada en las montañas de Argelia, Djémila.

Como os finalizaba comentando en relato de ayer, mi nuevo amigo Amine, al que conocí en el hotel donde me alojé en El Eulma, conocía muchos lugares de España, a la que habitualmente viaja cuando ahorra un poco de dinero para el billete de avión, y ahora me comentaba su intención de ir a conocer también la guapa Ámsterdam. Amine me indicaría el camino hacia la parada del pequeño minibús que me llevaría en algo menos de una hora hasta la actual Djémila a unos 35 kilómetros al norte de El Eulma, y por tan sólo 60 dinares, unos 25 ctmos de euro. Con todas las persianas de los comercios bajadas, al ser esta jornada importante viernes festivo en cultura musulmana, la mayoría de los argelinos aprovechan el día para salir a pasear y conocer muchos por ejemplo, estas fantásticas ruinas cercanas a sus poblaciones de residencia.

Abandonando la ciudad, como vería por toda Argelia, muchísima nueva construcción de viviendas por todos sitios, y con un estilo elegante y moderno que contrasta con lo que tiempos atrás se veía por los países del Magreb. Sólo abiertos algunos bares donde ya muchos varones toman su mañanero té o café, y muchas mujeres, la mayoría totalmente tapadas en estas zonas, pasean con sus niños pequeños. Tierras de cultivo, muy prósperas y con algunos olivos antes de llegar a Djémila, la cual situada sobre montañas de casi 1.000 metros de altura sobre la costa argelina de la provincia de Sétif, hacen que esta se haya construido sobre un precioso enclave.

La entrada al recinto arqueológico cuesta tan sólo 100 dinares (50 ctmos de euro) y el acceso al museo donde se encuentran expuestos muchos decorados suelos y estatuas romanas, también otros 100 dinares. Entrando después a sus ruinas, la vista de las montañas nevadas de fondo, así como el buen estado de conservación de todo el conjunto, hace de Djémila que sea una de las antiguas ciudades romanas más bonitas que he visitado. Paseando y viendo sus templos, el arco de Caracalla, el Anfiteatro con capacidad para más de 3.000 personas y las antiguas termas, mucha tranquilidad, aún con tantos argelinos visitantes en viernes festivo.

Pero tantos musulmanes sobre sus piedras desaparecerían rápidamente al oír al almuecín llamar al rezo del mediodía desde los altavoces de los minaretes de las cercanas mezquitas de la ciudad. Las ruinas se vacían y me quedo casi solo, tomándome una foto con una familia de bereberes de la costa de Kabilia, en concreto de Bugia, que tras sacarse esa cariñosa foto conmigo, enseguida se prestan a invitarme a su casa. Juntos nos iríamos hasta el anfiteatro, que aprovechando el desnivel sobre el terreno, goza como casi todos de una acústica inmejorable.
Acabada mi visita me dispongo a coger el bus de vuelta, pero me indica chófer que no saldrá hasta que finalice ese importante rezo del viernes.

Me doy una vueltina por las vacías calles de Djémila, al estar todo el pueblo dentro de las dos mezquitas que compiten en intensidad de rezos por sus altavoces. Maternidad y urgencias de la ciudad en céntrico edificio hospital, y agua a disposición de los viandantes, en bidones a las puertas de los negocios como en casi todos los países árabes. ¡Que bien que la gente viva en paz!, me da igual que sean cristianos, musulmanes o hippies, pero da gusto viajar y ver cuando no hay problemas en los países.

Tomo café bueno y barato, y una vez salidos de misa los muy creyentes musulmanes argelinos, y ya completado bus, partimos de vuelta hacia El Eulma. Gente lavando sus coches en los ríos, y nieve en las montañas que da un cierto frescor al día. En los campos algunos panales de abejas, pastores con sus rebaños de ovejas y cabras, y muchos agricultores venden sus naranjas cargadas en pequeños camiones. Ya en la estación, me avisan que llega el bus que va hacia Constantina y por 210 dinares (1 euro), allá que me voy a viajar los algo más de 100 kilómetros que me llevarán a una de las ciudades más fotogénicas que he conocido en África.

En ruta, disfruto viendo a las muchas cigüeñas, que han construido sus nidos sobre lo alto de los postes eléctricos, y que parecían presagiar las futuras buenas nuevas de pareja de novios, a los que precedían todos sus invitados amigos en caravana, con las puertas de sus coches circulando abiertas, pitando escandalosamente por las calles de Constantina y yéndose todos hacia el banquete de boda, con los alegres novios en un descapotable.

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