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Argelia

Timgad (por Alberto Campa)

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Un grado bajo cero. Esa ha sido la temperatura con la que me despertaba en esta mañana en la ciudad argelina de Batna. Aquí, ya muy cerca del comienzo del grandísimo desierto del Sáhara, que ocupa casi el noventa por ciento de de las tierras argelinas, la temperatura en invierno es agradable durante el día, pero al caer la noche baja de manera significativa.

En esta jornada saldría en bus de vuelta hacia el centro de la costa argelina para conocer la última de las antiguas ciudades romanas a visitar en este viaje, que no es otra que la muy turística Tipasa. Así que al estar hoy todo el día en buses de vuelta hacia Argel, aprovecho para relataros un poco mi visita en la pasada tarde a la otra ciudad romana cercana a Batna de Timgad.

Como en el caso de la montañosa Djémila, esta colonia romana fue construida y diseñada para ser ocupada por legiones romanas que debían defender la ruta comercial de Roma con la Mauritania. Poco a poco, se iría consolidando como una ciudad con todos los ingredientes de las urbes romanas, teniendo sus baños y termas, gran anfiteatro y por supuesto su glorioso arco de triunfo, que sí en el caso de Djémila era dedicado a Caracalla, en Timgad recordaría ya hasta nuestros días la gloria del emperador Trajano. Como casi todas estas ciudades, una vez entra en decadencia el Imperio romano, serían los vándalos primero quienes la ocuparían y los árabes después quiénes la irían dejando en el olvido. Gracias a una fina capa de arena del desierto que la iría cubriendo, sus ruinas se conservaron en muy buen estado hasta su restauración en siglo pasado.

Pasear por Timgad es muy agradable, con vistas a las cercanas montañas nevadas por un lado y a la pequeña ciudad argelina por el otro. Tuve tiempo también para leer un poco de ella sentado en el muy bien acústicamente construido y hoy bien conservado teatro romano. Totalmente construida y diseñada en perfectas calles en cuadrícula, la han venido a llamar por su parecido, la Pompeya africana. Enseguida se me acercaría, como también me pasaría en Djémila, un policía de paisano, que se interesaba por mi procedencia, nacionalidad y próximo destino de viaje, para solicitándome el pasaporte, tener un poco más controlado a este español que se les mueve por el país sin parar cuál gacela al viento.

Tras mi salida en bus a las 8.00h, pagándole al taquillero 820 dinares para llegar hasta la capital en un viaje de unas siete horas (menos de cinco euros), vería desde mi ventanilla durante todo el día, un guapo paisaje de campos cultivados, buenas carreteras y tras parada a dejar gente en Sétif, después otra para comer en El Achir sobre el mediodía. A primera hora de la tarde llegaría a la muy blanca Argel y haciendo un cambio de estación, me iría ya un poco cansado de viaje, pero intentando aprovechar el futuro tiempo al máximo, en minibús hacia la costera Tipasa, donde así ya al día siguiente por la mañana podría visitar sus ruinas. Vuelvo a fijarme en la cantidad de pisos nuevos que en éste país se están construyendo, siendo en elegantes urbanizaciones a la salida de Argel, y más modestos camino de Tipasa.

Cerca de la costa, con muy buen clima, son cientos los invernaderos que se ven para cultivar hortofrutícolas productos como así es también en nuestras mediterráneas Almería y Murcia. Hospedado a última hora en una económica residencia de deportistas que me acogió, y cenando un rico kebab en el centro de Tipasa, fue al salir del lugar cuando me he dado cuenta de mi gran error en viaje. Uno que siempre ha sido del Barça, ¿cómo pudo haber comido en un argelino restaurante de nombre… Kebab Real Madrid? ¡No lo comentéis mucho por ahí, anda!

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