Apreciada por casi todos, la gastronomía francesa se caracteriza por su diversidad y una cuidada selección de sus ingredientes. Proveniente fundamentalmente de las ciudades de París y Lyon, se fue extendiendo por todo el territorio galo e incluso llegó a tener mucha influencia en la cocina de sus colonias y los países vecinos. Durante la Edad Media era habitual celebrar grandes banquetes donde se servían platos más elaborados que los consumidos en la comida cotidiana. Con el tiempo, estos ágapes fueron evolucionando y dieron lugar a lo que actualmente se conoce como comida gastronómica. Es ésta una celebración en la que familiares o amigos se reúnen a la mesa para socializar aprovechando la conmemoración de algún tipo de evento. Entre sus rasgos más destacados se encuentran la calidad de los ingredientes, el maridaje entre los comestibles y los vinos que frecuentemente los acompañan y la cuidada ornamentación de la mesa en la que se sirven las viandas. Generalmente se comienza sirviendo un aperitivo, al que siguen los entrantes; el plato principal, que habitualmente consiste en carne o pescado; el queso, elemento fundamental en la mesa gala; y los postres. El acontecimiento suele finalizar con la ingesta de una copa de licor o una taza de café. Entre los platos más destacados de la gastronomía francesa se encuentran la bouillabaisse, sopa habitual en la Provenza; el quiche Lorraine; la cassoulette, tradicional en localidades como Carcassonne; y los crêpes, característicos de Bretaña.