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Islas Salomón

Las islas del tesoro

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Es indudable que Álvaro de Mendaña tuvo una existencia cuando menos novelesca aún sin pretenderlo. En los albores de sus veinte años emigró al Perú tras los pasos de su tío, que ocupaba un puesto importante en el Virreinato allí establecido por los españoles pocas décadas atrás. Ciertas leyendas incas hacían hincapié en la existencia de innumerables riquezas en unas lejanas tierras situadas hacia el oeste, lo que llevó a los españoles a creer que se trataba de la mítica Ofir, lugar donde según la Biblia el Rey Salomón obtuvo el oro para su palacio. Una vez despertada la codicia de los gobernantes no tardó en organizarse una expedición para tratar de encontrar esas imaginarias minas. Y al mando se colocó, gracias a los manejos de su pariente, a un inexperto Mendaña que accedió de buena gana en su intención de extender el cristianismo, tal y como era costumbre en la época.

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Tras diversas vicisitudes los intrépidos exploradores comandados por Mendaña avistaron por fin tierra en una isla a la que llamaron Santa Isabel, que en la actualidad mantiene ese mismo nombre. De ahí pasaron a Guadalcanal, así bautizada en honor del pueblo sevillano de origen de uno de los marineros. Parece ser que allí encontraron algo de oro en la desembocadura del río Matanikau, por lo que dieron al archipiélago el nombre de Islas del Rey Salomón que ha devenido en la actual denominación del país. Tras explorar Guadalcanal, Mendaña y sus hombres se trasladaron a otra isla vecina, a la que llamaron San Cristóbal, aunque hoy se la conoce con el nombre de Makira. Constituyen éstas tres de las nueve provincias en las que se divide el territorio de las Islas Salomón, además de un distrito correspondiente a la capital del estado, conocida como Honiara.

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Estuvimos visitando en Honiara una especie de museo etnográfico donde se muestran ejemplos de la arquitectura tradicional isleña, con representación de cada una de las provincias que componen el país. Aunque todas las construcciones presentan un concepto arquitectónico similar, con estructura de madera y techumbre cubierta de hojas de palma, muestran algunas peculiaridades dependiendo del área donde estén situadas. Así, en algunos lugares de Santa Isabel las viviendas suelen estar construidas sobre pilares, al encontrarse en zonas pantanosas o en la orilla de algunos lagos. En áreas montañosas de la isla de Malaita los techos suelen ser bajos y hay una zona reservada en la casa donde calentarse junto a una hoguera. Pero en todas ellas la cocina suele estar separada del cuerpo principal de la vivienda e incluyen aberturas al modo de ventanas, cuyo tamaño depende de las condiciones climáticas del lugar considerado.

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A pesar de que la búsqueda de las minas de oro del Rey Salomón había resultado infructuosa y sus intentos de convertir a los nativos no habían tenido mucho éxito, algo debió ver Mendaña en aquellas lejanas tierras pues casi veinticinco años más tarde organizó otra expedición hacia ellas. En esta ocasión desembarcó en una isla a la que denominó Santa Cruz, también conocida como Nendo y que no forma parte del archipiélago de las Salomón como tal, aunque pertenece al mismo estado. Junto con otras forma parte de la provincia de Temotu, localizada bastante al este del resto, cerca ya del estado de Vanuatu. Se diferencia esta provincia de las demás tanto por sus habitantes, algunos de origen papuano o incluso polinesio, como por sus edificaciones rurales, que no suelen ser cuadradas como es habitual en las otras sino de aspecto más bien redondeado.

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Tampoco tuvo suerte Mendaña en su segundo intento de colonizar las islas del Rey Salomón, pues una extraña enfermedad, probablemente malaria, comenzó a diezmar a sus hombres. Él mismo resultó afectado y falleció en la isla de Santa Cruz en el año 1595. Sus compañeros decidieron llevarse su cadáver con ellos y pusieron rumbo a Filipinas, pero la nave donde viajaban los restos del aventurero no llegó a buen puerto y desapareció para siempre en el Pacífico, como si ese océano inmenso reclamara su cuerpo para sí. Y aunque Álvaro de Mendaña no lograra llevar a cabo ninguno de sus propósitos, a él se debe que este país lleve el nombre de un rey cuya legendaria riqueza es de todos conocida. Aunque Melanesia quede muy lejos de la tierra de Judá.

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