Los orígenes de la ciudad hoy uzbeca de Samarcanda se pierden en la noche de los tiempos. Habitada al menos desde el siglo VII a.C. prosperó hasta llegar a ser la capital de la satrapía de Sogdiana, hasta que fue conquistada por Alejandro Magno unos trescientos años más tarde. Volvió a florecer de nuevo durante el imperio sasánida y ya en el siglo VIII quedó bajo dominación árabe. Tras diversas vicisitudes en los siglos posteriores, que incluyeron ocupaciones otomanas, persas y seliúcidas, la villa alcanzó de nuevo la prosperidad como parada de la Ruta de la Seda, para quedar reducida a escombros a manos del ejército mongol de Gengis Khan a comienzos del siglo XIII.

Emulando al ave Fénix, Samarcanda renació de sus cenizas hasta alcanzar el grado de capital del Imperio timúrida en el siglo XIV bajo la sabia mano de Tamerlán. Fue a partir de entonces cuando se desarrolló el estilo homónimo y empezaron a surgir las construcciones que podemos ver en la actualidad. Y, a pesar de otro periodo negro sufrido al ser conquistada por un emir persa a finales del siglo XVIII, cuando alcanzó la estabilidad necesaria para llegar al estatus de ciudad milenaria del que presume hoy día.

A continuación os mostramos los lugares en nuestra opinión más relevantes que atesora esta ciudad irrepetible.

Plaza de Registán: Considerada una de las plazas más emblemáticas del mundo, en la actualidad muestra un aspecto muy diferente al que debió tener con anterioridad al siglo XIII. Rodeada en tres de sus lados por sendas madrasas, el cuarto permanece desnudo proporcionando al conjunto cierto aspecto de atrayente desequilibrio.

Madrasa de Ulugbek: Situada en la parte oeste de la plaza de Registán, es la más antigua de las tres madrasas que la forman. Fue auspiciada bajo el patrocinio de Ulugbek, nieto de Tamerlán, y constituida en la segunda década del siglo XV. Estuvo dedicada a los estudiantes de astronomía, auténtica pasión de su creador.

Madrasa Sherdor: Justo enfrente de la anterior se localiza la madrasa Sherdor, así denominada por los mosaicos con imágenes de tigres que muestra en su parte frontal. Fue creada en el siglo XVII y de alguna manera rompe la prohibición islámica de representar seres vivos en las edificaciones religiosas.

Madrasa Tilya Kori: Ocupa el norte de la plaza y fue construida más o menos en la misma época que la madrasa precedente. Aparte de su función como residencia de estudiantes dispone de una espectacular mezquita que llegó a ser una de las más importantes de la ciudad.

Mezquita Bibi Khanum: Rodeada de numerosas leyendas, esta mezquita de impresionantes dimensiones lleva el nombre de la que fuera esposa de Tamerlán. Fue destruida por un terremoto a finales del siglo XIX, siendo posteriormente reconstruida, y aún asombra tanto por su belleza como por sus gigantescas proporciones.

Necrópolis Shah-i-Zinda: No lejos de la mezquita Bibi Khanum se sitúa esta necrópolis, que contiene diversos mausoleos. El más importante de ellos está dedicado a Qusam ibn Abbas, un primo del profeta Mahoma que al parecer fue quien trajo el Islam a esta zona de Asia Central.

Observatorio de Ulugbek: Algo más al norte, ya en las estribaciones de la ciudad se encuentra el denominado observatorio de Ulugbek. Este observatorio astronómico primigenio fue construido a comienzos del siglo XV por el nieto de Tamerlán, cuya afición a observar las estrellas era legendaria. Se conservan aún restos del gigantesco sextante que usaba para dar rienda suelta a su imaginación.

Tumba del profeta Daniel: Localizada en las ruinas de Afrosiab, la parte más antigua de la ciudad, la tumba del profeta Daniel contiene un enorme sarcófago de casi veinte metros de largo. Según la leyenda, el cuerpo del profeta crece unos centímetros al año lo que provoca el desmesurado tamaño de su sepulcro.

Mausoleo Rukhabad: Yendo de nuevo hacia el centro de la ciudad, merece la pena visitar el mausoleo Rukhabad, obra del siglo XIV dedicada a albergar el cuerpo de Sheikh Burhaneddin Sagaradzhi, máximo líder islamista en Pekín en aquella época y originario de Asia Central. También, de acuerdo con la leyenda, contiene siete cabellos del profeta Mahoma.

Mausoleo de Tamerlán: Cerca del anterior, y mucho más efectista estéticamente hablando, el mausoleo de Tamerlán está dedicado a la memoria del emperador timúrida y varios de sus descendientes. Localmente es conocido como Gur-e Amir, que significa tumba del rey, y constituyó un modelo arquitectónico para construcciones posteriores, entre las que se encuentra el mismísimo Taj Mahal.