A diferencia de otras grandes ciudades europeas, el pasado de San Petersburgo es relativamente reciente. Su fundación se remonta tan solo a los primeros años del siglo XVIII, cuando el zar Pedro el Grande decidió crearla con la intención de abrir Rusia al mundo occidental. Desde entonces, se convirtió en la capital del Imperio ruso durante más de dos siglos, hasta que perdió esa función durante la Revolución bolchevique. Para entonces ya había sido renombrada como Petrogrado en el transcurso de la Primera Guerra Mundial, pasando a ser conocida como Leningrado tras el fallecimiento de Lenin en 1924. Después de la caída de la Unión Soviética recuperó su denominación original y parte de su antiguo esplendor, completamente oscurecido durante la siniestra época comunista.
Pese al deterioro sufrido en tiempos de la Unión Soviética, cuando muchos de sus palacios e iglesias fueron demolidos por los bolcheviques, el centro histórico de San Petersburgo conserva buena parte de sus antiguas edificaciones. Puesto que éstas fueron construidas durante los siglos XVIII y XIX, los estilos predominantes son el barroco y el neoclásico. El casco antiguo de la ciudad ofrece una imagen coherente, al no permitirse levantar edificios de altura elevada en su entorno. Debido a su situación en la desembocadura del Neva, la población se extiende sobre varias islas formadas en el delta del río, además de tierra firme, y está cruzada por una intrincada red de canales, hecho que la ha llevado a ser popularmente conocida como Venecia del Norte.
Sin ánimo de describir a fondo todos los puntos de interés que ofrece esta maravillosa ciudad, lo cual sería una tarea ardua, hacemos una reseña de los que consideramos más relevantes.
Río Neva: Pedro el Grande no pudo elegir mejor lugar para fundar San Petersburgo que la desembocadura del río Neva. Desagüe natural del inmenso lago Ladoga, es el tercer río más caudaloso de Europa a pesar de sus escasos setenta y cuatro kilómetros de longitud. En su tramo final se subdivide en varios brazos, formando islas sobre las que se distribuye la población.
Puente del Intercambio: Se dice que Pedro el Grande prohibió los puentes permanentes sobre el Bolshaya Neva y el Malaya Neva, los dos brazos principales del río, para que se asemejaran al Gran Canal de Venecia. Por consiguiente, los puentes tendidos sobre ellos son basculantes y se abren de noche para permitir el acceso a las embarcaciones que llegan desde el Báltico. Uno de ellos es el puente del Intercambio, así denominado porque junto a él se sitúa un magnífico edificio neoclásico que fue sede de la Bolsa local.
Plaza del Palacio: Justo donde da comienzo el Bolshaya Neva se sitúa la plaza del Palacio, la más renombrada de la ciudad. Debe su nombre al famoso Palacio de Invierno, que ocupa uno de sus laterales, y en ella se encuentra también la imponente Columna de Alejandro, erigida en honor del zar Alejandro I con el fin de conmemorar su victoria sobre las tropas napoleónicas en 1812.
Palacio de Invierno: Impresionante es el calificativo que mejor aplica al palacio de Invierno. Si su fachada anterior define un lateral de la plaza del Palacio, la posterior se asoma al Bolshaya Neva. En ese punto hay un pequeño embarcadero, utilizado desde los tiempos en los que el edificio servía como residencia temporal a la familia del zar. Los datos sobre él resultan abrumadores: doscientos quince metros de longitud, treinta metros de altura, mil quinientas habitaciones, ciento veinte escaleras, dos mil puertas, otras tantas ventanas… Asombroso.
Museo del Hermitage: Por si fuera poco, el palacio de Invierno alberga en su interior una de las colecciones artísticas más completas del mundo. Integrada bajo la denominación de Museo del Hermitage, se debe a Catalina la Grande, quien fue adquiriendo obras de arte y guardándolas en la que entonces era su residencia. Hoy día cuenta con más de tres millones de piezas, entre ellas numerosas de incalculable valor.
Nevsky prospekt: Junto a la plaza del Palacio comienza su recorrido de cuatro kilómetros Nevsky prospekt, avenida que vertebra el centro histórico de San Petersburgo. Está dedicada a Alexander Nevsky, patrón de la ciudad, y la jalonan innumerables edificios históricos. Destacan los palacios Beloselsky-Belozersky, Anichkov y Stroganov; el monumento a Catalina la Grande; el obelisco que conmemora la victoria sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial; el antiguo Hotel Evropeiskaya; y la catedral de Kazán.
Catedral de San Isaac: De edificaciones religiosas de interés anda sobrada San Petersburgo. Además de la mencionada Catedral de Kazán, que actualmente ejerce el papel de sede catedralicia de la diócesis local, sobresale la grandiosa Catedral de San Isaac, el templo más grande de la ciudad. De sus dimensiones da idea el hecho de superar los cien metros en longitud y altura, acercándose a ellos en anchura. Aproximadamente ocho mil fieles tienen cabida en su interior, aunque tras retomarse el culto después de la caída del comunismo los servicios religiosos no se celebran en la nave principal.
Catedral de la Trinidad: No lejos de ella se encuentra la catedral de la Trinidad, que fue también construida durante la primera mitad del siglo XIX en estilo neoclásico. Mide setenta y cinco metros de largo y ancho, alcanzando los ochenta de alto, y tiene capacidad para unos tres mil fieles. Lamentablemente suele pasar desapercibida y es una lástima, porque en casi cualquier otra ciudad sería uno de los principales puntos de interés.
Iglesia de la Resurrección de Cristo: Mucho más reconocida y reconocible es la iglesia de la Resurrección de Cristo, con sus coloridas cinco cúpulas asimétricas. Fue edificada entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX en honor al zar Alejandro II, quien fue asesinado en ese mismo lugar en 1881. Debido a ello, este majestuoso templo es localmente conocido como Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada.
Monasterio Smolny: Pero si hay una imagen que deje ver la idiosincrasia de San Petersburgo no es otra que la del extraordinario Monasterio Smolny. Obra de Bartolomeo Rastrelli, quien también fue el autor del palacio de Invierno, la iglesia principal del cenobio transmite a la perfección todo el encanto de esta inolvidable ciudad y suele provocar una sonrisa de satisfacción en sus emocionados visitantes.
