MunDandy

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Reflexiones

De humanos es errar

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Aunque me cueste, debo admitir que el hecho de cometer errores ha sido una constante en mi vida. Tanto, que, si algún día me decidiera, cosa altamente improbable, a escribir mi autobiografía, probablemente la titularía Confieso que me he equivocado. Dicen por ahí que errar es de humanos, pero en cierto modo me siento pesaroso de que la equivocación resida permanentemente en mi idiosincrasia. Y aunque intente no repetir el yerro, me resulta complicado no tropezar una y otra vez en la misma piedra, como si algún augurio del destino se sintiera reforzado al contemplarme hacerlo.

¿Que no os habéis enterado de nada? Yo tampoco y probablemente todo se deba a que he cometido un error más. En realidad, no consigo entender a tanta gente tan satisfecha con su vida que se permite afirmar que, si pudieran volver a repetirla, no cambiarían nada de ella. Yo lo cambiaría todo, incluso quizás el hecho de haber nacido. Aunque, tarde o temprano, siempre salen a la luz aspectos de la existencia que merecen la pena. No muchos en mi caso, pero demasiado importantes para obviarlos. Familia cercana, amigos, viajes se repiten una y otra vez, aunque también me he equivocado en numerosas ocasiones en lo referente a todos ellos.

Puesto que la temática de este blog está asociada a los viajes, centrémonos en ese ámbito dejando a un lado el resto. A lo largo de mi vida viajera, he cometido innumerables errores, tanto genéricos como específicos. Y a ellos trato de hacer mención aquí, puede ser que en un vano intento de evitar que sigan revoloteando de insistente manera en los recovecos de mi memoria.

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Vamos con los errores genéricos.

Me acuso de haber viajado demasiado rápido: Sin ninguna duda, el viajero auténtico debería mantener un ritmo sostenible, que le permitiera llegar a conocer la idiosincrasia del destino elegido en cierta profundidad. Por fas o nefas, no siempre lo he hecho y, debido a ello, bastantes matices de numerosos lugares que he visitado permanecerán ocultos para siempre. Las razones de este comportamiento las desgrané aquí.

Me acuso de ser un viajero poco ecológico: Aunque lo sea mucho más que el viajero medio, en general. Al ritmo rápido de viajes que mencionaba anteriormente se añade el hecho de haberme mantenido alejado de las comunidades locales, seguramente influido por el respeto que les tengo. Mis viajes se han caracterizado por el enfoque en los aspectos monumentales de los lugares que visito más que por el hecho de entrar en contacto con su gente.

Me acuso de haber expuesto a mis hijos a ciertos riesgos: Y eso no quiere decir que me arrepienta de haber viajado con ellos, por supuesto. En este post expuse las razones que me han llevado a viajar con mis hijos, pero debo decir que, echando la vista atrás, también hay situaciones de las que no me siento especialmente orgulloso. Por ejemplo, cuando fuimos a Islas Salomón, entonces el país con mayor porcentaje de malaria a nivel mundial.

Me acuso de haber sobreestimado los viajes: En el aspecto de convertirlos en un sustitutivo de la atención que merecía gente muy cercana a mí. El hecho de viajar tanto me alejó bastante de mis padres, a quienes en alguna época no les presté la atención que merecían. En cierto modo también me separó de mi pareja y de mis hijos en diversas ocasiones. No aspiro a que tanto unos como los otros puedan perdonarme, tan solo a que en cierta manera puedan empatizar con algunas de mis actuaciones.

Me acuso de no saber interactuar con el entorno: Este error lo he cometido en diferentes ocasiones, algunas de ellas en mi relación con el aspecto natural propiamente dicho y en otras con el tratamiento dado a algunas personas. No soy un monstruo, de todas formas. Tan solo he cometido algunas equivocaciones, de las que espero haber aprendido y me gustaría no volver a caer en ellas en el futuro.

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Y aquí llegan los errores específicos.

Lamento haber visitado a las mujeres jirafa: Sobre los padaung hablé aquí. En mi descargo debo decir que cuando decidí conocer ese lugar no tenía ni la más remota idea de cómo esas mujeres eran tratadas desde niñas. Y mucho menos que así lo hicieran con el fin de generar un beneficio económico para su comunidad. Han pasado años desde entonces y espero que hayan podido librarse de ese yugo.

Lamento no haber viajado a lugares a los que tuve ocasión de hacerlo: Especialmente a Groenlandia, pero también a Namibia y algún otro. En general, los trenes pasan tan solo una vez en la vida y hay que saber pillarlos a tiempo. Yo así lo he hecho con muchos, pero algunos se me han escapado en el último momento y, aunque es posible que vuelvan a cruzarse en mi camino, lo dudo bastante.

Lamento no haber prestado la suficiente atención a sitios que la merecían: Ejemplos hay bastantes, aunque no demasiados. Bien sea por desconocimiento, bien por dejadez, bien por imposibilidad, muchos sitios cercanos se me han quedado en el tintero. Un caso concreto es el de Las Médulas, lugar del que estuve muy cerca y no pude llegar hasta él. ¿Lo haré algún día? Es posible, aunque cada vez es más difícil.

Lamento haber diversificado más de lo preciso: El hecho de intentar abarcar muchos lugares ha ido en detrimento de conocer bien algunos otros. Así, hay países enormes, como Australia o India, de los que conozco una mínima parte. Aunque una posible justificación a tal comportamiento la di en esta entrevista eso no significa haber actuado correctamente. Como siempre afirmo, vale más la calidad que la cantidad, y eso no siempre ha sido así durante mis viajes.

Lamento no haberme comportado bien con otros seres: Especialmente con los animales, en algunos, no demasiados, casos. Por ejemplo, en las dos ocasiones en que he montado en elefante, una en Tailandia y otra en Sri Lanka. En mi defecto, debo decir que era desconocedor de las consecuencias y que ahora no lo haría. Pero, en el probable caso de que ello no logre calmar las ansias vengativas de los animalistas, os recuerdo aquel proverbio español que asegura que de humanos es errar y de sabios rectificar. Pues eso.

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