Como en numerosas otras facetas de la vida cotidiana, los antiguos griegos fueron un pueblo innovador en el ámbito de la arquitectura. Con las evidentes limitaciones que tenían lugar en el medio milenio que transcurrió aproximadamente desde el año 500 a.C. hasta los comienzos de nuestra era, dieron forma a un estilo propio que no solo perduró en el tiempo sino que dejó su impronta en civilizaciones futuras. Porque la huella helena, evidente en la civilización romana y también en todo lo que vino después en territorio europeo, se deja sentir incluso hasta nuestros días.

Corresponde el mencionado medio milenio a los periodos clásico y helenístico. Diversas polis situadas en el actual territorio griego ya habían tenido su esplendor mucho antes, durante el denominado periodo arcaico, pero el cambio surgido en la forma de vida y concretamente en la arquitectura se dejó notar a partir del denominado siglo de Pericles, concretamente el que transcurrió desde el año 500 a.C. hasta el 400 a.C. Mientras el resto del mundo estaba en pañales en aquella época, la explosión arquitectónica, artística y científica sucedida en territorio heleno no tenía parangón entre sus contemporáneos.

Tamaña explosión arquitectónica, llegada hasta nuestros días unos dos mil quinientos años después, no puede dejar indiferente a nadie con una mínima sensibilidad hacia estos temas. Por lo que, junto a mis colegas viajeros y blogueros Jordi y Dani, decidimos hacer un homenaje a tan poco reconocidos artistas dejando constancia de las que consideramos sus mejores obras. Ciñéndonos a los periodos clásico y helenístico, aquí tenéis mis edificaciones helenas favoritas entre las que he podido conocer hasta la fecha. Espero llegar a ver muchas otras en el futuro.

Partenón (Atenas, Grecia): Obra más reconocida, más comentada y más visitada de toda la arquitectura helena, el Partenón fue un templo dórico dedicado a la diosa Atenea, protectora de los atenienses. Fue construido a mediados del siglo V a.C., encargado probablemente por el propio Pericles y al mando de los trabajos se puso al fabuloso arquitecto y escultor Fidias. Su propósito era el de cobijar una impresionante estatua de oro y marfil de la propia Atenea, esculpida por Fidias y que se elevaba hasta los doce metros de altura.

Teatro de Epidauro (Periferia del Peloponeso, Grecia): Edificado a principios del siglo IV a.C., el teatro de Epidauro fue obra de Policleto. Su función era la de ser usado durante las Asclepeia, fiestas que se celebraban anualmente en el vecino santuario de Asclepio. Increíblemente llegado en magnífico estado hasta nuestros días, probablemente gracias al lugar remoto donde estaba situado, es posiblemente el teatro clásico mejor conservado que existe y disfruta de una acústica magnífica, que permitía incluso escuchar los susurros a sus casi quince mil espectadores.

Templo de Poseidón en el cabo Sounion (Periferia de Ática, Grecia): Erigido en el siglo V a.C. sobre un promontorio que se eleva a casi sesenta metros en la punta final de la Ática, el templo de Poseidón vigila las aguas del Egeo como si de un faro se tratase. Está dedicado a Poseidón, dios del mar, pero en este lugar es imposible olvidar a Egeo, que desde allí se lanzó al mar pensando que su querido hijo Teseo había perecido a manos del Minotauro.

Estadio de Delfos (Periferia de Grecia Central, Grecia): Mucho menos conocidos que los famosos Juegos Olímpicos, los Juegos Píticos eran tan famosos o más que éstos en su época. Se celebraban en honor de la serpiente pitón, que respondía a las preguntas de los visitantes en el oráculo cercano. Las competiciones comenzaron aproximadamente a comienzos del siglo VI a.C. y se mantuvieron al menos hasta comienzos del siglo V de nuestra era, lo que supone más de un milenio de actividad bianual continua.

Crédito: Adam Carr

Templo de Artemisa en Éfeso (Provincia de Izmir, Turquía): Una de las siete maravillas del mundo antiguo, el templo de Artemisa en Éfeso fue construido a mediados del siglo VI a.C. mediante el apoyo económico del rico rey Creso de Lidia, ejemplo desde entonces de persona adinerada. Sus impresionantes dimensiones de 115×55 metros, soportadas por casi 130 columnas de mármol de unos 12 metros de alto, convertían a esta edificación en la más fascinante de su entorno, una especie de rascacielos futurista en la época.

Templo de Aphaia en Égina (Periferia de Ática, Grecia): Situada a una veintena de kilómetros del Pireo, la pequeña isla de Égina no tendría demasiado interés si no fuera porque alberga un interesante templo dedicado a la diosa Aphaia. Fue construido sobre una colina probablemente a comienzos del siglo V a.C. y forma el denominado triángulo sagrado junto con el Partenón y el templo de Poseidón en el cabo Sounion.

Teatro de Delfos (Periferia de Grecia Central, Grecia): Construido en el siglo IV a.C., el teatro de Delfos destaca por su gran estado de conservación y su característico emplazamiento. Como en el caso de Epidauro, su situación fue estudiada minuciosamente y el resultado fue una acústica perfecta y unas excelentes vistas sobre el valle y el templo de Apolo, algo más abajo. Tenía capacidad para unos cinco mil espectadores.

Crédito: Tomisti

Heraion de Samos (Periferia de Egeo Septentrional, Grecia): Primero de los grandes templos de orden jónico, el Heraion de Samos fue construido al sur de esta isla de las Espóradas posiblemente a comienzos del siglo V a.C. En el mismo lugar existieron santuarios ya desde varios siglos atrás, pero fue éste, dedicado a la diosa Hera, el de mayores dimensiones. Al parecer, no duró en pie más de una década, al ser destruido probablemente por un terremoto.

Teatro de Éfeso (Provincia de Izmir, Turquía): Creado en un momento indeterminado del periodo helenístico, posiblemente en el siglo III a.C., el teatro de Éfeso fue la edificación más imponente en esta antigua ciudad. Ampliado en época romana, llegó a alcanzar una capacidad de veinticinco mil espectadores, lo que lo convirtió en el mayor de su época. Como otros teatros griegos, fue construido en la ladera de una colina y su acústica es magnífica.

Erecteion (Atenas, Grecia): Y finalizamos con el templo más innovador, al menos en mi opinión, entre los de su género. El Erecteion fue edificado en orden jónico a finales del siglo V a.C. y estuvo dedicado a Zeus, Atenea y Poseidón, así como al legendario rey Erecteo. Su nombre hace referencia a éste y destaca en él el vestíbulo que daba acceso al sepulcro del rey Cécrope. En ese lugar se sitúan las cariátides, seis figuras femeninas que hacen el papel de columnas y marcaron tendencia arquitectónica durante los siglos venideros.

Podéis ver las diez edificaciones elegidas por Jordi aquí y las elegidas por Dani aquí.