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10 monasterios españoles que resisten por bemoles

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Asegura un vetusto dicho que los españoles siempre andan detrás de los curas, unas veces con un cirio y otras con un palo. Y cualquiera que conozca la realidad de la España actual, donde el anticlericalismo hace acto de presencia un día sí y otro también, coincidirá conmigo en que la mencionada afirmación se sigue cumpliendo al pie de la letra. Herederos del infausto Mendizábal, de cuyos desmanes hablábamos aquí, los actuales gobernantes españoles mantienen enfocado su punto de mira en la Iglesia católica en general y en su principal icono, la cruz, en particular.

Tamaña inquina respecto a lo que es tan solo un símbolo resultaría extraña para cualquiera que desconozca la triste trayectoria de este malhadado país, pero a quienes sabemos algo al respecto no nos sorprende en absoluto. La envidia, el resentimiento y el odio están profundamente imbricados en la sociedad española y ejemplos de ello son habituales día tras día. Aunque sería injusto afirmar que hayan sido habituales, las persecuciones por motivos religiosos tampoco han resultado extrañas y cobraron especial relevancia en la década de los treinta del siglo XX, el periodo más negro vivido por los españoles en toda su historia.

Resulta casi milagroso, por consiguiente, que buena parte del antiguamente extraordinario patrimonio religioso español se mantenga aún en pie. Cabría afirmar que una mano divina lo ha ayudado a ello, puesto que la destrucción, especialmente a partir de las primeras décadas del siglo XIX, ha sido tremenda. Los principales afectados fueron los monasterios, víctimas tanto del odio exacerbado de una sociedad tendente a culpar al cristianismo de sus miserias, como de la falta de vocaciones resultante de las nuevas formas de vida. Aun así, algunos cenobios todavía resisten a la incomprensión, como éstos que os mostramos aquí.

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Monasterio de El Escorial (San Lorenzo de El Escorial, Comunidad de Madrid): Encargo de Felipe II en la segunda mitad del siglo XVI, el monasterio de El Escorial estuvo habitado por monjes de la Orden Jerónima durante algo menos de tres siglos. Tras su desamortización, unos ciento cincuenta hermanos hubieron de abandonarlo en 1837. Alfonso XII lo entregó a la Orden de San Agustín en 1885 y los monjes agustinos se mantienen allí en la actualidad.

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Crédito: José Luis Filpo Cabana

Monasterio de Yuste (Municipio de Cuacos de Yuste, Extremadura): Una de las razones por las que Felipe II ordenó la construcción del monasterio de El Escorial fue para proporcionarle un enterramiento adecuado a su padre, Carlos I. Había fallecido éste en el monasterio de Yuste, adonde se había retirado en 1556, dos años antes de su deceso. El cenobio en sí data de comienzos del siglo XV y prácticamente desde sus inicios fue habitado por monjes de la Orden Jerónima. Tras ser obligados a abandonarlo durante la desamortización, el lugar se mantuvo en estado de abandono durante más de un siglo, hasta que a mediados del siglo XX los propios hermanos jerónimos volvieron a establecerse en él.

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Monasterio de Poblet (Municipio de Vimbodí, Cataluña): Panteón real, en su caso de monarcas de la Corona de Aragón, fue también el monasterio de Santa María de Poblet. Su impulsor fue el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, quien cedió esas tierras a monjes cistercienses a mediados del siglo XII. Tras alcanzar su cénit en el siglo XIV fue perdiendo poco a poco relevancia, hasta ser abandonado en 1835 como resultado de la desamortización de Mendizábal. En ese estado se mantuvo durante más de un siglo, puesto que hasta 1940 no volvieron los cistercienses a reocupar sus dependencias.

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Monasterio de Valvanera (Municipio de Anguiano, La Rioja): Los orígenes del monasterio de Valvanera son muy remotos. Tanto, que se tiene constancia de este cenobio desde comienzos del siglo XI al menos. Sin embargo, algunos estudiosos remontan su creación hasta el siglo IX, tras el hallazgo de una imagen de la Virgen María por el ermitaño Nuño Oñez. Sea como fuere, los benedictinos habitaron este lugar durante casi un milenio, hasta que llegó la infausta desamortización y hubieron de abandonarlo en 1835. Medio siglo después, una docena de monjes benedictinos procedentes de Montserrat se instalaron de nuevo en él y allí siguen sus sucesores por el momento.

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Monasterio de Santa María de El Paular (Municipio de Rascafría, Comunidad de Madrid): Doce monjes benedictinos procedentes del monasterio de Valvanera se instalaron a su vez en el monasterio de Santa María de El Paular, situado a las afueras de la localidad madrileña de Rascafría. Ocurrió esto en 1954, más de un siglo después de que el cenobio fuera abandonado como consecuencia de la desamortización. Fundado a finales del siglo XIV, sus habitantes hasta 1835 habían sido hermanos cartujos. Esta magnífica edificación se salvó de la destrucción in extremis al ser declarado Monumento Nacional en 1876.

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Monasterio del Palancar (Municipio de Pedroso de Acim, Cáceres): Así denominado debido a una fuente de ese nombre existente en el lugar, el monasterio del Palancar fue fundado por Fray Pedro de Alcántara a mediados del siglo XVI. La austeridad del cenobio y sus mínimas dimensiones sobrecogen, tanto que se le conoce como el monasterio más pequeño del mundo. Habitado siempre por frailes franciscanos, tras la desamortización vivió un periodo de oscuridad que duró unas seis décadas. En la actualidad, un número estimado de cinco hermanos siguen manteniendo el espíritu de Fray Pedro en el recinto monástico.

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Monasterio de Santo Domingo de Silos (Santo Domingo de Silos, Castilla y León): Famoso por los cantos gregorianos con los que los monjes acompañan los servicios religiosos, el monasterio de Silos es una abadía benedictina fundada a mediados del siglo X, aunque su origen parece ser visigodo. Como sucedió con el resto, fue desamortizado y se salvó de la destrucción debido a que diversos monjes benedictinos procedentes de una abadía francesa fueron realojados en él medio siglo después. Además de los mencionados cantos gregorianos destaca su claustro, cuya imagen más sobresaliente es la de un loado ejemplar de ciprés.

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Monasterio de San Millán de Yuso (San Millán de la Cogolla, La Rioja): Fue a mediados del siglo XI cuando se fundó el monasterio de San Millán de Yuso con la intención de albergar los restos del santo titular. Cuna de las lenguas española y vascuence, fue demolido en su totalidad en el siglo XVI y reconstruido posteriormente. Los frailes benedictinos que lo habitaron desde sus orígenes fueron expulsados por los franceses en 1809; durante el reinado de Fernando VII en 1820; y definitivamente durante la desamortización en 1835. Cuatro décadas más tarde, monjes agustinos recoletos fueron realojados en él y allí se mantienen sus sucesores.

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Crédito: MJJR

Monasterio de Santa María de La Rábida (Municipio de Palos de la Frontera, Andalucía): Especial inquina le tienen a este cenobio los anticlericales patrios. Principalmente por su condición de monasterio en sí, pero también por la ayuda que sus frailes franciscanos dieron a Cristóbal Colón para su proyecto de dirigirse hacia el oeste en busca de las Indias. Incluso el principal lugarteniente colombino, Martín Alonso Pinzón, está enterrado en la iglesia monástica. Abandonado tras la desamortización, estuvo a punto de ser derribado, pero gracias al gobernador Mariano Alonso y Castillo la demolición no tuvo efecto. Tras ser declarado Monumento Nacional en 1856, los hermanos franciscanos volvieron a sus instalaciones en 1920.

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Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos (Municipio de San Lorenzo de El Escorial, Comunidad de Madrid): Aunque si hay un monasterio que consiga hacer fluir el odio de los anticlericales españoles, ése es sin duda la abadía del Valle de los Caídos. Creada en 1958 mediante un decreto pontificio del Papa Pío XII, se trata del único ejemplo de monasterio benedictino fundado durante el siglo XX. Una veintena de monjes procedentes del monasterio de Silos tomaron posesión del nuevo cenobio, presidido por una impresionante cruz de ciento cincuenta metros de altura que sigue siendo la más alta del mundo hasta la fecha. En el proceso involucionista que vivimos los españoles en pleno siglo XXI cada vez se oyen más las voces de los nuevos bárbaros instando a derribarla a la manera talibán. ¿Conseguirán su objetivo? Lo veremos próximamente.

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